El "círculo virtuoso"

Aunque después de tantos años me precio de conocer a Francisco de la Torre, admito que en este caso me descoloca

No creo que a estas alturas de su carrera política, el alcalde de Málaga, que siempre ha intentado moverse por el centro, haya dado un giro coperniquiano a sus pensamientos y, además, de los museos pretenda legarle a la ciudad un servicio de limpieza municipalizado. Aunque en su haber lleva varios viajes a Roma, dudo que se haya caído del caballo y estemos ante un converso de las bondades de lo público.

Tampoco abono la tesis, como sospechan algunos concejales de su equipo de gobierno y otros dirigentes populares, que el alcalde pretende perjudicar a su posible sucesor con una herencia envenenada. Y claro, la mente está puesta en el presidente de la Diputación, Elías Bendodo. Pero tampoco me caben dudas de que Francisco de la Torre se ha propuesto solventar antes de marcharse el problema de la basura. Pero a su manera. El último paro fue la gota que colmó su vaso. Y, si llega, al convencimiento total proclamará que su decisión es la mejor para la ciudad, y que ésta es su única prioridad. El calendario anunciado de enero, deberá ampliarlo ante el alcance de la crisis interna.

Limasa es una eterna espada de Damocles desde hace décadas. Una vez que los partidos son incapaces de aprobar una legislación que impida que servicios básicos como el transporte o la recogida de basuras puedan ser objeto de huelgas, cualquier ciudad puede convertirse en rehén de uno de estos colectivos laborales. Con la oposición frotándose las manos por el desgaste que supone para el gobierno de turno. Y al final la salida es ceder.

Aunque después de tantos años me precio en descifrar, e incluso acertar en ocasiones, cómo funciona Francisco de la Torre, en este caso admito que estoy descolocado. Tanto en público como en privado, ahora mismo, está convencido de que la municipalización es la mejor opción. Pero con el sello Delatorriano. Quiere que pueda ser reversible y que cada año una encuesta dicte sentencia: sigue pública o vuelta a la privatización. Y para rematar habla del "círculo virtuoso". Como una parte del salario dependerá del examen anual, los vecinos, al saber que si las calles están sucias los empleados cobrarán menos, colaborarán en ese impecable mantenimiento. Cuando proclama esta tesis, no sé si realmente lo dice en serio.

A diferencia del núcleo duro de su equipo, considera que si los 1.500 trabajadores de Limasa se integran en una empresa pública municipal podrá partir de cero. E incluso reducirá el elevado porcentaje de abstencionismo que ahora registra. Si se prorroga la fórmula actual, nada cambiará. Pero el problema es que primero tendrá que convencer a los suyos, que ya conocen la fecha de su caducidad.

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