¿Y los ciudadanos para cuándo?

La obsesión por controlar las comunicaciones y el pensamiento de la sociedad es demasiado triste

Una vez comenzado el camino del nuevo gobierno, surgido de la moción de censura, y tras la avalancha de argumentos contra la corrupción y el alejamiento de la realidad, era de esperar que los nuevos partidos jugaran fuerte en el campo social. Parecía no haber duda en que las plazas importantes serían la educación, la sanidad, los servicios sociales o la cultura pero, o ilusos, todo ello no requirió ni cinco minutos de negociación. El PSOE decidió que todos los cargos fueran socialistas y no hubo ninguna fisura. Evidentemente todo esto era demasiado extraño, y cualquier análisis político predecía que algo estaba ocurriendo en otros terrenos de juego, hasta que llegaron los asuntos de calado real y aquí se acabaron las contemplaciones.

El nombramiento del director general de RTVE ha sido el primer escollo y tiene visos de provocar serios distanciamientos. Ceder toda la decisión sobre el candidato a Podemos no es más que una muestra del afán político que mueve a este último partido. Ya lo avisó Pablo Iglesias hace un par de años cuando valoró su pacto con el PSOE en su interés por los ministerios de defensa e interior y por la radio televisión pública. Tres instituciones con un claro contenido social, como todos podemos entender. Pero al empezar por la dirección general de televisión se han encontrado con un pequeño error de cálculo: son muchos socios, y especialmente el PNV, que también quieren mandar aquí. ¿Tan importante es este ente para todos ellos que olvidan los principales problemas que acontecen a la ciudadanía?

La obsesión por controlar las comunicaciones y el pensamiento de la sociedad es demasiado triste y muestra un perfil político antiguo y alejado de la realidad. Hoy los jóvenes, y ya no tan jóvenes, se guían más por la televisión a la carta, buscan los contenidos que les apetecen por internet y ya no son tan fáciles de manipular. De ahí que nos deje atónitos este interés por parte de aquellos partidos y líderes que tanto se caracterizaron por el esfuerzo realizado para lanzar sus soflamas de 140 caracteres en tuiter. La única explicación es la de tratar de colocar gente en una institución quebrada económicamente y que nunca se quiso arreglar. Pero como decía el escritor Umberto Eco: "La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión critica, y no una invitación a la hipnosis".

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