La colilla de Royal Crown

LLegaron las prisas y la presencia de la mediática UCO de la Guardia Civil y había que resolver el caso a toda costa

La caras de los asistentes debieron reflejar el asombro por la información que les acababan de transmitir en aquella reunión matutina, en la Comandancia de la Guardia Civil de Arroyo de los Ángeles de Málaga. Los equipos de investigación, que desde el 19 de agosto de 2003 buscaban al asesino de la joven Sonia Caravantes, recibían al comienzo de la jornada las novedades y las instrucciones para avanzar en el caso. Entre los grupos figuraban algunos agentes que habían trabajado en el esclarecimiento del asesinato de Rocío Wanninkhof en octubre de 1999. Y todo se acababa de desmoronar.

Había llegado el informe de ADN. La muestra de su asesino que Sonia consiguió arrebatarles con sus uñas cuando luchaba por su vida. Y aquella huella genética era similar a de la saliva de un pitillo de la marca inglesa Royal Crown recogido tras la muerte de Rocío. Recibí poco después una llamada que me relató la increíble novedad. Pese a la fiabilidad de la fuente, no me la terminé de creer. A mi interlocutor de la Subdelegación del Gobierno sólo le pedí un "sí "o un "no". Y esperé para dar la noticia en la Ser a que el informe llegara al juzgado de Coín, para proteger a mi fuente, pero creo que al final me adelanté.

Después, ya se sabe. Cayó Tony King. Un británico afincado en la Costa, que huyó de su país con dos denuncias por intento de agresión sexual. Trascendió que incluso Scotland Yard avisó de su presencia. Pero la Policía española defendió que no fue una alerta en toda regla. Dolores Vázquez pasó más de 500 días en prisión por un crimen que no cometió. Y asistimos a un nuevo circo mediático, inaugurado en España en 1992 con motivo del triple asesinato de las niñas de Alcácer. Hasta no nombres susurrados en una hipnosis. Ahora Netflix ha recuperado la historia.

Pasé bastante horas con algunos de los investigadores de la muerte de Rocío. Estaban convencidos de la autoría de Vázquez. Pero no todos. También el fiscal. No había pruebas y la suma de supuestos indicios no siempre es suficiente. Por ejemplo, una fibra de un jersey que coincidía al 99%, pero ni siquiera era del mismo color. Y llegaron las prisas. Madrid decidió enviar a la UCO, la mediática unidad que resolvía casos imposibles, como el secuestro de la farmacéutica de Olot. Pasaban los meses y se necesitaban resultados. Demasiada presión. Al final se optó por retransmitir por anticipado la detención de Dolores Vázquez. Confiaban en que al saberse cercada cometería un error. Luego, que en la soledad de la celda se derrumbaría, como suele suceder. Pero Vázquez, a la agente que la custodiaba camino a la cárcel, le dijo al separarse: "El asesino sigue ahí fuera". Y fumaba Royal Crown.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios