Sin complejos

La escasez de principios ha sido el caldo de cultivo de los nacionalismos, los populismos y la desigualdad

Siempre se ha dicho que los políticos de izquierda respetan a aquellos líderes de centro derecha que no tienen complejos en defender su ideología. Es decir, aquellos que no cambian según el sol que más calienta, votando algo por la mañana y lo contrario por la tarde. Y eso parece que han encontrado en Pablo Casado, el nuevo líder del Partido Popular. Tras una impresionante campaña, de menos a más, ha sabido suscitar los apoyos que hace ya mucho tiempo que había perdido su partido, y eso le honra, pero además ha devuelto a la política al mundo de las ideas, lugar común desde el que se pueden y deben desarrollar las democracias.

El papel que han hecho la mayoría de los populares andaluces ha sido de traca. Parece que el ejemplo de Susana Díaz, navegando en contra del resto de su partido, les ha servido para llevar a cabo una estrategia similar y absurda, colocando todos los huevos en la misma cesta. Por tanto, parece que el problema de que el PSOE haya gobernado durante los últimos 40 años en nuestra tierra no se debe sólo a sus aciertos, sino a una oposición que no sabe siquiera leer los signos de los tiempos en su propia casa.

Decía un gran amigo que en política hay que saber irse cuando el número de los que te odian supera al de los que te quieren. Probablemente Soraya no se dio cuenta que los votos que no obtuvo entre los afiliados, y que se fueron a otras candidaturas, nunca la apoyarían. La obsesión, durante todas sus intervenciones, por exigir el apoyo a la candidata más votada, sonaba a ultimátum y a una clara falta de respeto al procedimiento de elección que el propio PP se había marcado. De ahí que el resultado ha provocado una auténtica liberación, en especial para todos aquellos correligionarios de los que publicaron videos, documentos, informes o declaraciones de renta surgidos desde los más secretos lugares.

Ahora queda un tiempo de coser heridas, reconstruyendo el partido en todos aquellos lugares donde la manipulación y las órdenes "de arriba" han marcado las pocas lagunas democráticas del proceso congresual. Esperemos que esta apertura a la confrontación de ideas y proyectos abra una nueva senda en la política española, porque probablemente la escasez de principios ha sido el caldo de cultivo de los nacionalismos, los populismos, la violencia y la desigualdad, tan alejadas de la libertad, seguridad y equidad que merecemos todos los ciudadanos.

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