El comunismo climatizador de Aznar

Las únicas personas que siempre llevan corbata son aquellas cuyo trabajo es vendernos lo invendible

Sospecho desde hace algún tiempo que las únicas personas que siempre llevan corbata son aquellas cuyo trabajo consiste en vendernos lo invendible. No apunto oficios por no ofender a nadie, pero que cada uno reflexione y luego saque sus conclusiones sobre la que se ha montado con la propuesta del presidente. Propuesta que no es más que eso que se cuenta en todos los masters de Arquitectura Bioclimática. Que las necesidades de refrigeración de un local dependen del grado de vestimenta de quienes lo habitan, que en la jerga técnica se denomina clo. Cosa que todos sabemos, aunque no hayamos estudiado, y aplicamos cuando, en pleno terral, nos quedas en casa en gayumbos. Otra cosa es que la corbata y el traje camuflen e igualen al vendemotos con quien la lleva por convicción estética. En 2008, el Gabinete de Protocolo del ayuntamiento de Málaga ya propuso modificar la etiqueta cuando el calor arreciase, pero eso eran cosas de provincias.

Como debe serlo Berlín. Donde lo primero que te llama la atención cuando anochece y la única luz que disfrutas es la del alumbrado público, es su baja intensidad. Suficiente para moverse por la ciudad, pero muy lejana de la que disfrutan las ciudades españolas. No se trata de ahorrar, es simplemente no despilfarrar. Y Berlín no es una ciudad más insegura que Madrid. O al menos yo no he tenido esa sensación cuando la he visitado. Como tampoco la he tenido cuando sí me ha parecido que han bajado un poco la del de Málaga. Aunque sigue siendo alta, si se hizo, se hizo en silencio. A la chita callando, para evitar debates absurdos que no son monopolio de nadie. Los mismos que no se han producido durante los 25 años que llevamos aplicando el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios sin haber caído en la cuenta que es una norma comunista que vulnera nuestra libertad al regular la temperatura de los recintos climatizados. Lo mismo que ahora matiza el decreto de ahorro energético del Gobierno, siguiendo el ejemplo legislativo de Aznar en 1997 y 1998, que, a su vez, seguía la doctrina filocomunista del Caudillo plasmada en la Ordenanza de Seguridad e Higiene en el Trabajo de 1971. Ordenanza que, conocedora de que los que deben estar congelados son los calamares y no los clientes, no distinguía entre pescaderías y tiendas de ropa, ni permitía que el gobernador civil de una provincia decidiese sobre su cumplimiento.

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