Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

El conciertazo

A ver por qué fórmula opta la Junta para convencernos de que el concierto vasco es buenísimo para Andalucía

Le faltaba al Gobierno de Moreno Bonilla, como prueba definitiva para su madurez, afrontar las paradojas, por no hablar de las profundas contradicciones, de las que hace gala el PP en su política territorial a nivel nacional. Digamos que después de cuarenta años de gobiernos socialistas ya casi se veía con normalidad acostumbrada que el PSOE rindiera todos los tributos reclamados por los nacionalistas del País Vasco y Cataluña mientras en San Telmo se cocinaban las fórmulas para intentar convencer a los contribuyentes de que tales prebendas también eran beneficiosas para Andalucía. Sabíamos todos que era mentira, pero, tal y como diagnosticó el general Lévis, lo importante es establecer el orden, y ya el hábito se encargará de mantenerlo. Ahora le corresponde al PP andaluz asentado al frente de la Junta hacer frente a la evidencia de que en Génova los despachos son bien favorables al concierto vasco, cuyos principales ejes se sustentan en la más profunda insolidaridad. El PP, como el PSOE, ha sabido llevarse siempre bien con los nacionalismos periféricos, porque en el fondo todos cojean del mismo pie. Y ahora que el 155 redujo hasta el vacío la representación de los populares en el País Vasco y Cataluña, los aplausos a los derechos históricos son obligados. Y el PP aplaude, gustoso, como siempre.

No crean, aquí todo el mundo tiene claro cuál es su precio. Hasta Ciudadanos ha decido dar el visto bueno al concierto con tal de poder ir en alianza con el PP a las elecciones en el País Vasco, lo que parece no tanto una medida desesperada como un mero enfoque pragmático. Lo difícil ahora es el papelón de Moreno Bonilla: por mucho que amenace a Sánchez con pedir iguales privilegios e ir a los tribunales si es preciso, sabe de antemano que la suya es una batalla perdida. Y lo es porque su propio partido es el primero que ha bendecido el concierto con tal de obtener cierta estabilidad parlamentaria cuando ha gobernado desde Madrid, y lo seguirá haciendo. Sin ningún problema. Así que pronto veremos por qué fórmula opta la Junta para convencernos de que el concierto, el cupo y toda la marimorena son buenísimos para Andalucía. Hasta el mismo Sánchez se apresuró a confirmar que el conciertazo que se prepara para Cataluña una vez se haga ERC con el timón del procés saldrá a devolver al resto de comunidades.

A lo mejor estaría bien admitir que no todo lo que recoge el Estatuto de Guernica, ni siquiera todo lo que se aprobó en la transición, es bueno, deseable ni justo territorialmente hablando. Pero a ver quién rechaza tal beso negro con tal de mandar un rato.

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