El control del Estrecho

La experiencia europea nos dice que dónde ha caído una valla o un muro, difícilmente se vuelve a levantar

El año 2020 se ha despedido con una inesperada noticia: Gibraltar pasa a ser territorio Schengen de la Unión Europea. Este éxito diplomático y la esperada desaparición de la valla intermedia, que algunos comparan exageradamente con la caída del muro de Berlín, supondrá una nueva forma de relacionarse para las personas, territorios e instituciones implicadas, pero fundamentalmente significa la integración plena de Gibraltar en Europa y, de paso, en España.

Probablemente el Reino Unido haya planteado este acuerdo pensando en colocar un caballo de Troya en tierra extraña, de ahí que exija ser revisado pasado un tiempo. Pero si algo nos dice la experiencia europea es que dónde ha caído una valla o un muro, difícilmente se vuelve a levantar. En un principio se hará raro que las policías españolas y gibraltareñas deambulen por los mismos lugares, y algún que otro conflicto de competencias será esperable, pero al final la naturalidad y la normalidad primará. Es cierto que, en Berlín y a pesar del paso del tiempo, se siguen observando importantes diferencias sociales entre zonas que estaban separadas por el muro y que el nivel económico aún no se ha igualado. Pero probablemente entre La Línea y el Peñón los cambios sean mucho más rápidos, ya que las grandes diferencias nacían del tráfico ilegal y del establecimiento de un paraíso fiscal de facto, cosas que ahora quedan desmontadas al integrarse en España.

Algunas situaciones pueden ser peculiares en estos primeros tiempos. Por ejemplo, la llegada al aeropuerto gibraltareño de las vacunas del Covid que están aprobadas en Inglaterra, pero no aún en la Unión Europea, generarán un posible problema a resolver sobre medicamentos no permitidos. Por otra parte, la vigilancia de patrulleras británicas sobre las inexistentes aguas jurisdiccionales ya no tendrán sentido, y menos aún la cobertura que le prestaban a las narcolanchas y a los vertidos ilegales.

Desde el punto de vista geoestratégico, este paso significa el control de Europa sobre el Estrecho. Por tanto, esto obligará a andar con pies de plomo con Marruecos, que no verá con buenos ojos que tanto Ceuta como Gibraltar sean controlados nuevamente desde nuestro país, tras este inesperado acuerdo tan diferente de sus tejemanejes saharauis. Pero también debe entender, como diría el emperador romano Marco Aurelio, que "el verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele".

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