¿El crimen del alcohol?

¿Qué rabia se le quedó, 250 metros atrás, cuando le dio la primera paliza a la salida de la discoteca?

Cómo tiene que ser un persona para patear, hasta matar, a otra persona?¿Cómo tienen que ser los amigos del homicida para sumarse a la paliza que propinan con las botas hasta reventarle la cabeza ?¿Qué neurona, sustancia cerebral, se activa al unísono entre unas trece personas que, en menos de un metro cuadro, se han agrupado para centrar cada una de sus patadas hacia una única cabeza? La de Samuel Luiz, el chico sanitario que murió tras la brutal paliza que le propinaron una manada de salvajes que por casamiento maligno estuvieron disfrutando mientras, durante quince minutos, patearon hasta reventarle la cabeza a un joven de 24 años. ¿Qué rabia se le quedó, doscientos cincuenta metros atrás, cuando le dio la primera paliza a la salida de la discoteca? El primer agresor, el que le increpa de inicio, se le acerca alterado porque ya venía de tener una bronca con su novia. Una chica que presenció todo el crimen. El brote, según las primeras pesquisas, le habría nacido al agresor cuando creyó que Samuel y su amiga estaban grabando la pelea que mantenía en plena calle con su chica. Pero Samuel lo que estaba haciendo con el teléfono móvil era mantener una vídeo llamada con otra amiga que no había podido ir con ellos a la discoteca. Empieza a darle bofetadas, a insultarlo y, no satisfecho, el agresor va a buscar a más amigos que corren tras Samuel ,quien salió por piernas de la zona, pero fue alcanzado por esta manada de criminales que convinieron en querer divertirse matando a un inocente. La pregunta es pertinente. ¿Qué se le pasa por la cabeza a uno y luego al grupo entero para que ninguno de los trece agresores grite a sus colega un "parar"? Los padres de Samuel estarían durmiendo a las tres y media de la mañana mientras a su amado hijo lo estaban pateando tirado en el suelo. No hay agua en el Jordán para lavar ese dolor que genera la conciencia. Pero la conciencia es un éter, no una masa física por la que podamos resolver la vida como nos viene. Este escandaloso crimen, si es que los crímenes son unos más que otros, no puede pasarse con las páginas llenas de otras noticias que borran las memorias. No. Dicen los asesinos que estaban bebidos para justificar las patadas que propinaron a Samuel durante quince minutos. Ahí, en esas perversas cabezas, debe hallarse una sustancia con un clara denominación. La del asesino nato que debería diagnosticarse para prohibir su salida y que alguien más muera justificando su crimen por un ron con Coca-Cola.

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