La tribuna

José Perez Palmis

Las crisis y su recrías

VAMOS a portarnos seriamente, porque si no, el aluvión de las crisis nos hará añicos. Ya el vocablo crisis cobija numerosas incomodidades: dificultades, peligros, aprietos, apuros, depresiones, recesiones, rarezas, robos, descaros, todos caldos sociales enfermizos, con un denominados común, el gafe o la mala sombra y vientos peligrosos. Al menor despiste, salta uno deshilachado por los aires. Ahí están el entrenador del Recreativo de Huelva, el del Osasuna y varios más. Con los primeros balonazos de la Liga han debido dejar libre el banquillo, sin tenerles en cuenta el hecho esencial de no jugar ni un minuto de partido, por lo que produce extrañeza la manía de hacerles pagar los goles en contra. A nadie le sientan bien los cambios bruscos. A escala doméstica registramos el aliento de Arenas a la nuca de Ramírez, el hombre con más avales para ser elegido presidente provincial del PP; y como olía mal, no tardó ni un segundo en presentar su dimisión por "razones personales". Son cosas de don Javier, como la de decir de Chaves que no sabe retirarse a tiempo de la política. Él, en cambio, sigue tan peripuesto después de encajar varias goleadas electorales y las que le quedan.

Dentro del mismo plano malagueño registramos otra recesión, la promovida por el nuevo obispo de la diócesis con su aclaración de ser cosa del coco la naturaleza gay. Con la visita al psicólogo y unas medicinas muy buenas tienen asegurada la vuelta al redil heterosexual, ni más ni menos. Tiene nuestra confianza tan alto dignatario eclesiástico y estamos seguros de verle pronto interesándose por los viajeros de los cayucos y las depauperadas zonas sociales en perpetua crisis.

Las bolsas de todo el mundo derritiéndose, los bancos y banqueros mirándose de reojo, reuniones diarias de los jefes de gobierno, ministros, organismos internacionales recomendando soluciones y recetas de susto, de miles de millones de euros, son el pan nuestro de cada día. A los informativos TV y a los periódicos los titulares se les escapan y saltan como tigres desafiantes. Dicen que para el segundo semestre del 2009 ó del 2010 el cielo encapotado volverá a brillar y que todo pasará a la sección de pesadillas. Sacaron deprisa y corriendo de los laboratorios las inyecciones de dinero público a las entidades bancarias para robustecer su maltrecha liquidez y aunque en un principio la manguera de los billetes parecía la del primer cortometraje del cine, la de El regador regado: su chorro acababa hundiendo más a las finanzas, embarullándolas como el agua al regador por su torpeza con el regadío, al final están dando resultado y la euforia renace. De ésta saldremos, sin la menor duda, no hay crisis que dure cien años, menos la de los pobres, pero para comenzar a ganar la confianza perdida habría de exigírseles a los altísimos ejecutivos de la banca en trance de transfusión monetaria la renuncia a sus pantagruélicos sueldos y blindajes, los de nadie me mueve la silla si antes no me embolso 30, 40 o 100 millones de euros por gracioso y simpático.

Adiós a las leyes ortodoxas de la regulación de los mercados por la oferta y la demanda ante las zozobras periódicas de las bolsas y los capitales. Necesitamos nuevas consignas, nuevas ideas, combinar, por lo menos, la libertad y el orden. En plan artesanal, la de especuladores y ladrones sueltos que aligeran impunemente los bolsillos del prójimo y para los cuales el lucro no pasa de ser un juego de niños. Los estudiosos han de levantar la cabeza y seguir la línea de la intermediación, porque ahí está el detalle. De la tierra a la mesa del consumidor los productos agrícolas suben diez o quince veces su valor a falta de un guardia de la porra controlándolos. Al rey de los precios locos, el petróleo, a cada salto su corte de derivados le sigue al alza desenfrenada con fidelidad absoluta. En cambio, su bajada produce la balada de a río revuelto, ganancia de pescadores y si no, miremos a los combustibles: la caída de setenta dólares del precio del barril repercute en cinco céntimos en el litro de gasolina o del diésel, haciendo cisco todas las teorías analíticas. Oxford, Yale, sus elitistas universidades, los premios Nobel, viven todos con las pulsaciones desenfrenadas y el asedio de la locura inmobiliaria y las hipotecas basura.

Para zafarse del toro de la supercrisis, el Gobierno español, los europeos y el americano también fabrican avales y sueros interbancarios al grito de nada de pánico, por favor, nos jugamos un agujero negro de órdago y debemos pelear con sangre antes de evaporarnos. Entre tanto, Rajoy, incansable, a su anuncio de "180.000 extranjeros cobrando el desempleo y 20.000 andaluces en la vendimia francesa" y al del plan de rescate financiero para los "amiguetes banqueros del presidente del Gobierno", les ha dado una buena salida con su apoyo al menú salvador de Zapatero, similar al del Eurogrupo, sin olvidar, claro está, su psicodélico piñón fijo de pedir la devolución de los exhibidos Presupuestos Generales del Estado de 2009, que no valen ni un canuto.

Ante las crisis, zafarrancho de combate y a esperar las próximas si no cambiamos de cabo a rabo.

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