Que a Francisco de la Torre no se le puede negar su abrumadora calidad de animal político ha quedado demostrado, una vez más, con el asunto del Auditorio. Cuando el consejero de Cultura (ahora en funciones) Miguel Ángel Vázquez convocó el pasado octubre una reunión a las instituciones implicadas (Ayuntamiento, Diputación, Junta y Ministerio de Cultura), el alcalde exigió que el encuentro no se celebrara hasta después de las elecciones autonómicas para, por una parte, evitar contrariedades con la ley electoral (excusa muy cogida por los pelos dada la evidencia de que las instituciones públicas no dejan de trabajar con comicios a la vista; otra cosa es el rendimiento partidista que se haga de ese trabajo); y, por otra, garantizar que fuera un Gobierno andaluz estable, recién salido de las urnas, el que formara parte de las negociaciones. Semejante lectura de los tiempos ha resultado ser providencial con la posible llegada de Moreno Bonilla a la Presidencia de la Junta, lo que, de impulsarse de nuevo el proyecto (y con otra posibilidad real, la de las elecciones generales en 2019, a tener en cuenta, aunque en cualquier caso la participación central será limitada, por no decir simbólica), convertiría el Auditorio en un éxito decididamente popular. Cuando De la Torre presentó su reclamación, Vázquez respondió que, con vistas a las elecciones municipales del año que viene, la Junta podría poner sobre la mesa el mismo argumento, pero todo apunta a que ni Vázquez ni nadie en el PSOE va a estar en condiciones de mover esa ficha. Habría que valorar, eso sí, la opción de que la Consejería de Cultura termine en manos de Vox, con lo que igual lo que vemos construido en el Muelle de San Andrés es otra plaza de toros; y también de que, dados los resultados de las pasadas elecciones en Málaga, Ciudadanos se haga con la Alcaldía y entonces decidan ceder el suelo para levantar otro hotel de dos mil plantas. Aunque, como diría Abraracúrcix, eso no va a pasar mañana.

Mientras tanto, y para que no queden dudas, Moreno Bonilla se adelanta a presentarse como presidente ideal para una Málaga resignada a que los grandes proyectos de ciudad, los de verdad, los que cuentan, se eternicen o nunca lleguen. Mientras los pactos se anudan, nuestro malagueño en la Junta ya ha prometido el metro soterrado hasta el Civil, el tercer hospital y el plan especial para el Guadalmedina, todo en ocho años de mandato, ni uno más, lo que desde luego, si algo así es posible, da para preguntarse a qué puñeta ha estado la Junta de Andalucía todo este tiempo. Eso sí, Moreno Bonilla no ha soltado prenda todavía respecto al Auditorio, y eso teniéndolo a huevo. Y es aquí donde no hay más remedio que convencerse de que el suspendido Palacio de la Música no es un proyecto interesante a nivel electoral, ni siquiera rentable en términos políticos, ni estratégico, parece, a la hora de hacer ciudad. Y el genio de la lámpara, pardiez, sólo concede tres deseos.

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