Cambio de sentido

Desde el cuerpo

El fallo multiorgánico que sufre el país atañe a la ética, a la conciencia y la consciencia

Escribo desde el cuerpo, desde esta sensación que nos deja sobre los hombros, por el plexo, entre las costillas, este sindiós de Año Cero, que vino a dejarnos claro (por si cabía alguna duda) que el fallo de Sistema que estamos sufriendo atañe a la ética, a la honestidad, a la conciencia y la consciencia. Ahí está el foco de infección más preocupante. No estamos tan lejos de los mayores horrores del siglo XX y, sin embargo, hay quienes juegan a mover los hilos para extraer ventaja. Qué atrocidad y qué torpeza. Aviso a estrategas, a quienes se han creído que el país es un tablero de ajedrez: estoy absolutamente convencida de que la mayor parte de la población daría una oportunidad a los políticos que tuvieran claro, de palabra, obra y omisión, que para ellos es más importante la vida de las personas que sacar ventaja política y favorecer a posteriori a ciertos poderes económicos con todo esto. Pero ni siquiera como estrategia artera arriman el hombro, dan un paso al frente, abren las manos y aprovechan esta oportunidad, inolvidable, que hacer un gran bien a España y la Humanidad. Y luego van -todos, sin excepción- de patriotas y algunos, para colmo, de campanudos patrioteros.

Mientras mi padre -o el de usted- cruza los dedos para que la cita con el especialista no se vuelva a cancelar, y rabia en silencio de dolores; mientras mi niño -o la niña de usted- hoy tampoco jugará con sus amiguitos; mientras mis mayores y dependientes -y los de usted- caen como chinches ante la indolencia del mundo; mientras sanitarios y profesores siguen aguantando mecha y pasándolas canutas para hacer su trabajo; mientras sobrevivimos en la incertidumbre y a tirones; mientras ardemos de impotencia, sentimos que en la arena política siguen a lo suyo: que si quítame ahí estos borbones, que si pan para hoy, que si bravatas de moción, que a ver quién magrea más obscenamente las palabras libertad, o constitución, que si el odio a saco que se inyecta a las almas más elementales e infantilizadas. Lo peor de esta pandemia, después de su reguero de muerte, es contemplar, desolados, el indigno espectáculo de la política. Desde arriba, nos dejan caer todo este peso muerto, y se resiente el cuerpo. Nos dicen, además, que la culpa de todo es más bien nuestra. Si no saben hacerlo bien, les hemos de exigir al menos que no hagan mal. Y que dejen de cansarnos con sus míseros politiqueos. El cuerpo -social-está al límite. Esto es, me temo, lo que algunos pretendían.

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