DE POCO UN TODO

Enrique García-Maíquez

La cultura y la derecha

INESPERADAMENTE, la beligerante PAZ (Plataforma de Apoyo a Zapatero) está sirviendo de algo. Ha propiciado un debate sobre las relaciones entre cultura y derecha, quizá menos decisivo y esclarecedor que el del lunes, pero más trascendente a largo plazo. Hace unos días Carlos Colón lo trajo a estas páginas, y hay que agradecérselo.

Juan Manuel de Prada opina que el artista se inclina a la izquierda porque ésta le ofrece a la vez un cobijo (reconociéndole y apoyándole) y una causa (dándole la ilusión de que lucha contra el poder o los valores establecidos). Lo expresó mucho mejor el astuto Picasso, cuando rogó a Josep Pla: "Dígales a mis amigos de Barcelona que la suerte no me abandona [...] Soy multimillonario y me han hecho del Partido Comunista. No creo que un artista pueda pedir más".

Dejando a un lado la picaresca, que se explica sola, saltemos a la otra senda española, el quijotismo, que han de transitar los creadores que a grosso modo llamaremos de derechas. Resulta sintomático que Prada y Colón los ignoren. Cuando alguien informado como Carlos Colón afirma que "en España la unión de derecha y cultura ha sido tan rara como la de pensamiento y navarro, según la famosa broma de Unamuno", algo muy grave ocurre, con independencia de que la famosa broma sea de Baroja. Una simple enumeración de los escritores españoles de derechas rebosaría enseguida los límites de este artículo. ¿Cómo los olvidan?

Seguro que ni Colón ni Prada confunden la cultura con la lista de Los 40 principales o con las páginas de las revistas del corazón, en cuyo caso no habría más que hablar, desde luego, y sería la nuestra una cultura muy guay y progresista. Como por suerte tenemos otro nivel y en él hay autores de toda cosmovisión, la clave del debate cultural es preguntarse por los motivos que llevan al ninguneo de los más o menos de derechas.

Junto a la hostilidad sordomuda de los medios de izquierda, no se debe olvidar lo más triste: el desapego de la derecha. Don Álvaro d'Ors lo explicaba al hablarnos de la imponente figura de Eugenio d'Ors, su padre. A esa derecha despegada la retrató el Marqués de Tamarón: "En España no hay conservadores, sino conservaduros". Aunque hay indicios de cambio, los conservaeuros mantienen un temor instintivo hacia los intelectuales, especialmente hacia los suyos, siempre más comprometedores que comprometidos. Hasta que la derecha no se atreva a reconocer sin melindres a sus pensadores, estará en inferioridad de condiciones frente a un PSOE que flipa con los suyos, esto es, con Serrat y Sabina, como si fuesen, no sé, Beda el Venerable y Karl Wittgenstein.

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