el prisma

sebastián Sánchez

Aún hay cura

La gesta de la 'New Horizons' enfatiza la naturaleza exploradora del ser humano A 7.000 millones de kilómetros, dos enemigos sellaban un acuerdo para la historia: EEUU e Irán se daban la mano

UN objeto volante identificado, bautizado con el asombrosamente revelador nombre de New Horizons (Nuevos horizontes), con una masa de apenas 478 kilogramos, ha sido capaz de viajar por el espacio hasta alcanzar el remoto no planeta de Plutón y fotografiar su superficie. El valor del acontecimiento es celebrado mundialmente, incluso por los ufanos ignorantes de todo lo relacionado con la astronomía, que aún conscientes de nuestras limitaciones, somos capaces de asumir la envergadura de la gesta. Lo ocurrido ahora con la News Horizons reconcilia a la Humanidad con nuestra naturaleza exploradora, lo que nos convierte en seres únicos.

El ADN aventurero, ese que hace que persigamos la respuesta a la siguiente pregunta sin cuestionarnos el por qué. No siempre hay motivos para dar un paso más; es suficiente el ejercicio de comprender qué se extiende más allá. Antes de que Cristóbal Colón, según relata la Historia, descubriese las Américas pensando en realidad que lo que encontraba eran las Indias, muchas mentes sólo imaginaban una travesía que, al tocar el horizonte, acabaría en desastre, con un mar que a modo de cascada, desaparecía sin más.

Eran tiempos oscuros, arrastrados por el temor y el terror. Pero incluso en ese escenario de sombras surgían como privilegiados de todos los tiempos seres capaces de romper las fronteras mentales y enfrentarse a lo desconocido. Son esos iluminados los que dan grandeza a la Humanidad. Seis siglos después, un aparato de forma triangular, de 2,1 metros de largo por 2,7 metros de ancho, se convierte en los ojos de todos los que miramos al cielo con el profundo respeto de saber cuan diminutos somos.

La New Horizons, que a estas horas seguirá con su particular travesía, recoge el testigo que antaño representaron Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Marco Polo, Ernest Shackleton, Stanley y Livingstone... Y un largo etcétera de exploradores cuya gran aportación ha sido la de amplificar la capacidad de la mente humana para entender que no existe frontera. Las primeras imágenes de la superficie de Plutón permiten a todos los que deambulamos sobre el terreno de los mortales ser copartícipes de una conquista sin usurpación.

Una conquista que, al menos en mi caso, me reconcilia con la Humanidad; con esa parte de mirada limpia y pensamiento sereno. Llego a creer que el mundo tiene cura. Cura de la insensatez y el odio que hoy representa el terrorismo islamista con el sello de ISIS. Su sinrazón es semejante a la que durante siglos ejerció la Inquisición, que sometió bajo su yugo a todo aquel que cuestionase la concepción de la realidad según los preceptos de la religión. Giordano Bruno murió en la hoguera por defender las tesis de Copérnico, que sostenía que la Tierra no era el centro del Universo; Galileo Galilei, considerado como el "padre de la astronomía moderna", fue desterrado.

En el caso del ISIS su afán no es otro que extender el terror, sembrando la semilla del miedo, buscando demoler los pilares del conocimiento y queriendo enterrar toda luz de sabiduría. Y aún en tiempos convulsos como los actuales, en los que Grecia, la cuna los grandes primeros pensadores, del humanismo, sucumbe a la imposición de los mercados y de los intereses particulares, atrapada en una infinita red clientelar, sigo pensando que el mundo tiene cura.

Casi al mismo tiempo que la New Horizons alcanzaba su mayor aproximación a Plutón e iniciaba su particular descarga fotográfica, en la tierra dos enemigos sellaban un acuerdo igualmente histórico. Estados Unidos e Irán alcanzaban un pacto de reciprocidad, por el que el estado islámico renuncia a la fabricación de la bomba atómica a cambio de que se le libere de las sanciones económicas que pesaban sobre él desde hace años. Mientras a unos 7.000 millones de kilómetros un diminuto artefacto humano, dada la inmensidad del espacio, se daba la mano con el pequeño Plutón, en la tierra los demonios eran menos.

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