La derecha ¿dividida?

La política de la derecha se ha convertido en una alocada carrera de frases, exageraciones y ataques

No hay que ser muy observador para apreciar que el Partido Popular está incómodo. Sus intervenciones, cargadas de exageraciones, su ruido permanente y su desconcertante y variable estrategia demuestra que no llegan a acostumbrarse a la situación en la que se encuentran. Muchos años acostumbrados a ser el único partido de la derecha española sin competencia alguna le dieron una posición de confort tanto en el gobierno como en la oposición. Era relativamente fácil hacer política así. Solo había que preocuparse en ir desgastando al adversario político (el PSOE) porque eso repercutía directamente en su beneficio, y la pérdida de votos del contrario aumentaba directamente su cosecha electoral, sin que ni siquiera la abstención fuera un riesgo considerable.

Es cierto que no siempre fue así. En los primeros años de la transición, la derecha también era un espacio fragmentado. En los escaños del Congreso se sentaron en 1979 el centro-derecha (UCD), la derecha (AP) y la extrema derecha (FN). La diferencia es que aquellos tres partidos tenían perfiles propios, un discurso diferenciado y la batalla electoral parecía más nítida. Nadie pretendía camuflarse ni confundirse con el resto, sino todo lo contrario; se trataba de remarcar la propia posición, fijando las diferencias y buscando un apoyo electoral distinto.

Ahora el fenómeno es exactamente el contrario. Existen también tres partidos en el espectro de lo que se considera la derecha (PP, C´s, y VOX) pero lejos de buscar un perfil propio y la búsqueda de un electorado diferenciado, los tres, sobre todo los dos primeros, persiguen el apoyo y la preferencia del mismo electorado, sin matizaciones ni diferencias y por tanto tratan de parecerse como dos gotas de agua para no perder ningún apoyo del mismo espacio electoral. La carrera no es por tanto quién dice algo distinto o quién aporta una propuesta diferente, sino quién es el que propone la ocurrencia primero o la hace lo suficientemente llamativa como para tapar la de su inmediato competidor. Y así la política de la derecha española se ha convertido en una alocada carrera de frases, exageraciones y ataques sin apenas propuestas viables, cargando las tintas en el renacido nacionalismo españolista e intentando no dejarse ganar la pelea electoral en el mismo campo de batalla, que para ellos es toda la derecha sociológica, sin diferenciación alguna. Y, así, es muy difícil oír algo dentro de tanto ruido ni encontrar propuestas dentro de tantas exageraciones.

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