Editorial

La desconcertante década de Chávez

HUGO Chávez cumple hoy diez años en el poder. Y reclama otra década para culminar su obra revolucionaria. Ése, quizás, sea su gran defecto: las ansias por perpetuarse en el mando de Venezuela a pesar de la enorme brecha que sus políticas han abierto en el país. Su fascinación por la figura de Fidel Castro, su admiración por la revolución cubana y la cultivada diplomacia con otros dictadores hacen temer que Chávez quiera convertir Venezuela en una suerte de democracia vigilada por un líder autoritario. Si no lo es ya. La llegada de Hugo Chávez a la Presidencia del país en 1999 abrió bastantes esperanzas. Venezuela es uno de los países más ricos del mundo en recursos energéticos, pero los dos partidos tradicionales habían conseguido extender la pobreza gracias a una sucesión de gobiernos corruptos que dilapidaron la fortuna del petróleo y del gas. En sus primeros años, Hugo Chávez hizo frente a una intentona de golpe de Estado, a una huelga política de dos meses y a un referéndum revocatorio, que ganó y lo consolidó entre sus seguidores. Pero esa fortaleza conseguida a base de golpes la está invirtiendo ahora en perseguir a la oposición -cerró el canal de televisión más veterano del país- y en mantenerse en el poder. Los venezolanos rechazaron en 2007 la reforma constitucional que le hubiera permitido volver a presentarse, pero este año los ha llamado de nuevo a las urnas. A pesar de que justifica la división en la que ha sumido a su país por su intento de ayudar a los pobres, en estos diez años no ha conseguido elevar de modo sustancial el nivel de vida de Venezuela, a pesar de que ha contado a su favor con una subida tremenda de los precios del petróleo. Más interesado ha estado en abrir un nuevo eje internacional con el que hacer frente a Estados Unidos. Frente al cambio tranquilo y profundo del Brasil de Lula da Silva, Chávez ha optado por la diplomacia estridente, se ha aliado con Irán y amenaza con una carrera nuclear mientras los pobres de su país siguen malviviendo en los cerros de las grandes ciudades a pesar de que viven sobre bolsas de petróleo.

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