La dignidad tenía un precio

Alguna vez habrá que decirle a estos políticos que el poder no es un fin en sí mismo y que hay acuerdos que parecen chantajes

Como prácticamente nada nos escandaliza de la vida política, esta semana hemos aceptado como parte del juego que el alcalde de Málaga rinda honores a un concejal tránsfuga y se avenga a firmar con él un solemne pacto municipal de Estado en el Patio de Banderas del Ayuntamiento. Los impuestos, los presupuestos para los dos próximos años y, supongo, las actuaciones claves del mandato. El sacrificio del regidor ha dado sus frutos. La ciudad ya se halla a salvo de la amenaza.

Francisco de la Torre ni se ha ruborizado. Al contrario. Con su habilidad como seductor le ha quitado la presa a la oposición cuando ésta ya se relamía por el banquete que le esperaba hasta el final de su mandato. El voto del personaje decanta los resultados, como se ha visto en los últimos meses. Y, además, ha dado muestras de exhibir pocos escrúpulos.

Lamento opinar que De la Torre mancha su trayectoria así. No ha defendido la dignidad de la institución que representa sino su interés. No todo vale en democracia si sus reglas nos merecen algún respeto. Y ha aceptado un precio. Aunque el pago sea simplemente la foto en la que firma el "acuerdo de estabilidad", con el sujeto detrás, relamiéndose por su hazaña de someter a sus deseos a la primera autoridad. No había nada que negociar. Pocas lecciones éticas podrá impartir de ahora en adelante después de esa imagen.

Alguna vez habrá que decirle a estos políticos que el poder no es un fin por sí mismo y que determinados acuerdos puede confundirse fácilmente con un chantajes. No soy tan iluso. En esta película todos los actores ejercen de malos. Luego podemos graduar cuál es el más malvado. La oposición habría utilizado la debilidad del ejecutivo municipal y al concejal al que ahora considera un proscrito. Muy hipócrita apelar al pacto que suscriben y renuevan los partidos para anular las influencias de estos postores de siglas variables y que luego se incumple con la misma facilidad.

La solución es tan simple como que las instituciones que sufran episodios de transfuguismo decidan mantener la misma correlación que les corresponde por las urnas. Sin los fugados. Pero entonces en la política imperarían los principios. Si causa desazón la foto de la Casona del Parque, resulta casi más grave lo que se ha normalizado en la Diputación. Al citado edil no adscrito se le mantiene contento y con la nómina engrasada con las Relaciones Institucionales del gobierno provincial, al que oficialmente no pertenece pero del que también es su portavoz. Aunque el agasajado presuma de que, en realidad, ya trabaja para otro partido al que se acaba de afiliar, en su propósito de seguir en los cargos tras las urnas de 2023.

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