La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Nos dijeron que lo merecíamos todo

Usted puede, nos decía el bancario. No se prive de nada, nos repetía el anuncio. Y caímos en la trampa. Siempre caemos

Si convertimos cada necesidad en un derecho, nos iremos al traste en menos de lo que dura un salivazo en una tabla de planchar. El Estado galopa camino de la tiesura. Necesita dinero fácil para seguir aplicando torniquetes, soluciones narcotizadas y maquillajes varios. Ahora mismo vivimos una realidad artificial. Somos una sociedad en coma, estable gracias a los ERTE, sostenida por puntales con caducidad. Los malos ministros de Hacienda sólo saben hacer una cosa en tiempos de depresión: subir los impuestos. Nunca funciona. El consumo se retrae todavía más, pero el gobernante prefiere vivir su minuto de gloria a lo Robin Hood. Demagogia pura. Los reyes fueron recibidos en las Tres Mil Viviendas al grito de "¡Más trabajo y menos caridad!". Qué pena que los medios capitalinos no difundieran ese mensaje. Desde el barrio más pobre de España, desde la Andalucía subsidiada que es ridiculizada -cuando no despreciada- de Despeñaperros para arriba, se dio un ejemplo de dignidad. Nos han malacostumbrado durante cuarenta años. Somos como el niño que se pasa el curso escolar tirado en el sofá jugando con la consola, y de pronto los padres lamentan que no tenga el hábito de estudio para hacer una oposición, ni la cultura del esfuerzo para saltar al ruedo del mercado laboral. ¿Qué esperan si, como dice el profesor Aurioles, sufrimos un "desempleo consentido"? La expresión es demoledora. Pero hemos preferido siempre la solución exprés. Tapar la herida con subsidios y a otra cosa. Qué bien han sabido los gobiernos pagar la paz social... Hemos estado tan tradicionalmente anestesiados que necesitamos más puntales que ninguna otra región cuando llegan los perros flacos. Las calles siguen tristes. Muchas persianas siguen echadas. Hay habitaciones libres en los hoteles de las costas. Pensamos que el ambiente de melancolía se debe a que es verano. Mentira piadosa. No queremos recordar que el año pasado no paraban de llegar turistas ni con 40 grados en el reloj. En otoño seremos más pobres. En el mejor de los casos tendremos que vivir con menos después de años en que nos hicieron creer que teníamos derecho a todo. No se prive usted de nada. Usted puede, nos decía el bancario. Ahí estaba la crisis de valores que envuelve cualquier recesión. Y ahora los gobiernos tratarán de ponerse el traje de héroes salvadores con el ingreso mínimo, un subsidio, la contratación por unos meses para reparar aceras, etcétera. Y a trompicones iremos viviendo y a duras penas saliendo del túnel. Menos mal que Europa nos vigila. Y que el fútbol nos vertebra y entretiene. Que no pare de rodar el balón. Porque de momento no hay procesiones.

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