Mis dineros los administro yo

Me seducen las opciones que me ofertan menos impuestos manteniendo los servicios públicos para mejorarlos

El pueblo sólo es soberano el día de las elecciones", escribía el controvertido pensador gallego Alfonso Castelao. Un servidor, que en esencia no está de acuerdo absolutamente con esa afirmación, no tiene más remedio que aceptar que en muchos casos, por simple irreflexión, llega a ser así, por eso, seamos responsables y reflexivos votando. Es el día clave, nuestro día y cada mucho tiempo.

Apenas hace treinta horas, diferentes canales de TV, en emisión auspiciada -y muy pobremente, por cierto- por la Academia de la Televisión, nos ofrecían lo que llamaban un debate entre los cinco candidatos a presidir el Gobierno de España, en representación de los cinco partidos que tienen mayor presencia parlamentaria. Sin embargo, más que debate, fue una soporífera sucesión de respuestas a una preguntas generales en cada bloque temático. Y algo de teatrillo.

No hubo, no podía haber ninguna profundidad en las respuestas. Sólo se trataba, como era de esperar, el despliegue de la capacidad de seducción de cada candidato, en un formato tetrapléjico y arcaico que impide exponer de una forma clara, condensada y atractiva la oferta que cada escaparate político quiere hacernos, para que les dejemos administrar -honradamente- los asuntos públicos -y nuestros dineros privados en forma de impuestos- esos asuntos que parece, así, de principio, que casi no tienen nada que ver con nosotros porque son de interés general y ese interés queda como desdibujado por su aparente lejanía. Posiblemente esa sea la razón por la que las llamadas Ciencias Políticas que, como tales, son complejas y difíciles de explicar o entender -a veces- se dejan en estos casos en el cajón del escritorio empleándose mejor esas otras técnicas que a todo político enseñan en los mismos partidos: la telegenia, la oratoria y otras habilidades que tienen como fin aparecer con personalidades atractivas, en medio de ambiente feliz y decir las cosas sin llegar a decirlas, de manera que parezca que se tiene gran dominio y conocimiento de las mismas, sin llegar a saber de ellas casi nada o muy poco.

En resumen, por esa razón. Y sólo por esa; y siendo simplistas, sí; a mí me seducen las opciones que me ofertan cobrar menos impuestos, sin esos presupuestos de mastodónticos gastos, manteniendo los servicios públicos con vocación de mejorarlos y con criterios de justicia social. No me fío de quien me dice que administrará bien todo lo que tengamos en los bolsillos. Ya vamos estando advertidos de esos 'todo incluido', que cada vez -y más hondo- nos hunden en las miseria y nos dejan grandes losas para hacer un panteón y que lo paguen otros luego. Mis dineros, pocos o muchos, los administro yo, aunque eso sea ser de derechas: ¡listillos! ¿O no?

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