El discurso de los demás

¿Dónde se quedó el activismo, la democracia de la calle? Quizá asistimos a su ocaso, a su degeneración en "clicktivismo"

Imagina que hay una "mani" y no vamos nadie. La plataforma Bosque Urbano aspira a que el Ayuntamiento foreste el erial de la Carretera de Cádiz, donde hasta hace poco agarraban hongos ponzoñosos que se solían llamar "los bidones de Repsol". Los promotores convocaron a los malagueños para que se manifestaran en la plaza de la Marina el día 23 y demostraran su peso. En Change.org llevan casi 25.000 firmas suscribiendo la idea. Se manifestaron 200 personas. Una noche que no hacía calor.

¿Dónde se quedó el activismo, la democracia de la calle? Quizá asistimos a su ocaso, a su degeneración en "clicktivismo" (o nunca fue otra cosa). Para adherirte a una idea basta pinchar con el ratón y seguir enterneciéndote con las fotos de gatitos. Bajar la escalera y cantar consignas ya es más engorroso. Suena bien lo de tener un bosque en mitad de la ciudad pero nadie de los que da el pinchazo asume que luego tendrá que pagar el bosque. Disponte a renunciar a los ingresos que aporta la urbanización, ahogarte entre polen, que se te metan las alimañas en el microondas como los gremlins, etc., problemas de los que te desentiendes mientras no te afecten. Firmar 25.000 veces sale gratis, pero si sale Trump o sales de Europa te preguntas en qué estaba yo pensando.

El tan coreado "no nos representan" dice bien poco en la época del click. Quejémonos de que visitar una urna cada cuatro años apenas implica, pero saltar de la siesta en el sofá a la pancarta en la plaza, no refesca en absoluto la democracia. Hasta la concentración más sosegada se fundamenta en la presencia y la intimidación físicas: no evaluemos ahora el coro de chusma echando silicona en la cerradura, pero incluso por el minuto de silencio se extiende la ominosa sombra de los cuerpos. Demos gracias, al menos, porque no es este un bosque leñero.

Cada uno de los 200 hablaba en nombre de los 25.000, que no chistaban, solo pinchaban. En la película de Godard "La chinoise", una pandilla de universitarios maoístas dice representar "el discurso de los demás", sin saber quiénes son los demás. Al final la más pija tirotea a un político ruso. Sí, desde luego hay mucha diferencia entre matar a un tipo -a dos, porque la primera vez se equivocó de ruso- y querer que se plante un bosque, pero el error de hablar en nombre del pueblo persiste. Como en toda actuación teatral, quien lee el discurso de otro no se resiste a meterle morcillas.

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