La esquina

josé / aguilar

Se disgustarán... en enero

ES como el famoso aristócrata británico al que le avisan durante el fin de semana en el campo de que su mansión de Londres se ha incendiado y va y dice "¡hay que ver el disgusto que me voy a coger el lunes cuando vuelva!". La Unión General de Trabajadores de Andalucía sufre un incendio voraz de muy difícil extinción y van sus dirigentes y convocan un comité extraordinario... el 9 de enero. Las fiestas navideñas que no se las amargue nadie.

El fuego en cuestión es de proporciones colosales. Está en juego la credibilidad del sindicato con más solera en la defensa de los trabajadores. No pasa un día sin que la legitimidad de UGT sea socavada por alguna información no desmentida sobre los escándalos protagonizados por su dirección. Empezaron con su implicación en el caso de los ERE, de la mano de CCOO, pero pronto se independizó de la central hermana para acaparar denuncias sucesivas que cuestionan su honradez (el chorreo se ha producido, precisamente, tras el ERE que puso en la calle a algunos de sus empleados con acceso a informaciones "sensibles").

La falsificación de facturas, la existencia de un "bote" al que iban a parar los sobrecostes inventados de determinados servicios y programas, la afición de los dirigentes a las mariscadas y otras manifestaciones de sibaritismo, los viajes y regalos, los congresos megalómanos... todo tiene la misma raíz: el uso irregular de los cuantiosos fondos aportados por la Junta de Andalucía con destino a encomiables planes de servicio a los trabajadores (formación de parados, negociación colectiva, no discriminación por razón de sexo, protección a mujeres maltratadas) y que eran desviados a gastos de funcionamiento ordinario del sindicato. El dinero de todos como modus vivendi -vivendi espléndidamente, desde luego- de la élite ugetista. Un escándalo a costa del presupuesto.

La reacción de esta élite que ve peligrar su estatus de privilegio no ha podido ser más descorazonadora: sólo se han detectado "errores subsanables", existe una "causa general" contra la UGT y las denuncias son "un ataque a la clase trabajadora". No, hombre, no. Es justamente esta actitud la que está provocando un daño generalizado a UGT. Son sus propios dirigentes intentando escaquearse de sus responsabilidades los que insultan y deshonran a miles de sindicalistas honestos y generosos.

El 9 de enero sólo puede desembocar en un congreso extraordinario que limpie UGT.

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