Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La educación, estúpido

El bofetón de los Oscar no tiene que ver con la libertad de expresión o el machismo, sino con la falta de educación

En el mundo banal y sincopado que nos ha tocado en suerte, en el que todo se mueve al ritmo que marcan las redes sociales y en el cualquier indocumentado se puede convertir de la noche a la mañana en líder de opinión -influencer, que se dice ahora-, nadie parece resistirse a la tentación de convertir la anécdota en categoría y a encender la pira en el que serán quemados los que hayan osado traspasar las fronteras de lo políticamente correcto. ¿Quieren un último ejemplo? El incidente del lunes en la gala de los Oscar en el que un indignado Will Smith le cruzó la cara a Chris Rock delante, literalmente, de todo el mundo.

En cuestión de minutos se dictó sentencia. Primero: Smith conculcó libertad de expresión de Rock, que tenía perfecto derecho a bromear de forma frívola y desconsiderada sobre el aspecto físico que presentaba la mujer del candidato a la estatuilla, que sufre una enfermedad que la deja calva. El derecho a la broma y decir lo que a uno le venga en gana no tiene límite y, por lo tanto, Will y señora deberían de haberle reído la broma al gracioso o, al menos, quedarse calladitos y tragar. Segundo: la actitud del cómico que sale a dar la bofetada es un reflejo de las actitudes machista y heteropatriarcales que hacen que el varón considere a la hembra como parte de sus propiedades y que, por lo tanto, le corresponde a él la defensa de lo que es suyo. A hostia limpia si hace falta.

Pero no se equivoquen. Aquí no está en juego la libertad de expresión ni lo estereotipos machistas. Se trata de algo por lo menos igual de importante: de la educación. Es la educación la que dice que no puedes bromear, porque no tiene ninguna gracia, con el aspecto físico de un enfermo y es la que dicta que no te puedes levantar en medio de un acto público para darle un bofetón al que acaba de meter la pata, por muy indignado que estés. Y es que estamos olvidando a marchas forzadas que la educación es el cemento que nos permite vivir en comunidad y progresar como miembros de un entramado social en el que surgirán siempre conflictos, pero en el que al final siempre tendremos mucho que ganar. Y la educación no es loque se aprende en los colegios, sino lo que se aprende en la vida y, sobre todo, en la casa de cada uno.

Parafraseemos la manida frase de la campaña de Clinton sobre la economía. No es la libertad de expresión o el machismo: es la educación, estúpido.

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