En estado de efervescencia

En el PSOE, pese a que hay serias posibilidades de conservar el Gobierno central, la guerra interna pesa más

El PP andaluz, en general, y el malagueño, en particular, vive en permanente estado de efervescencia. El poder que otorga dirigir la Junta. Una institución a la que los populares durante el último cuarto de siglo presentaron como la gran enemiga del desarrollo de esta provincia y ahora debe transformar en la gran aliada.

De ahí que, con el permiso del vicepresidente Juan Marín, los dos principales mandatarios del Gobierno, Juan Manuel Moreno Bonilla y Elías Bendodo, dos malagueños, se afanen en sus comparecencias en anunciar una catarata de medidas para tratar de visualizar que las cosas ya no son como antes. Promesas de que el Metro a partir de ahora irá a todo ritmo. Que se ampliará al PTA y a la vez se actuará en los accesos para reducir los atascos. Que el tercer hospital arrancará el próximo año. Veremos cómo se resuelve el pequeño inconveniente de que el coste del centro sanitario subiría ya sobre el papel de 230 millones, cuando había anunciado la anterior administración, a casi 400 millones. O esa eterna solución al Guadalmedina, que se antoja una quimera si finalmente hay que desviar un porcentaje importante de los aportes de agua que recibe la presa del Limonero, para intentar darle alguna utilidad ajena a su propia naturaleza al cauce del río.

Los políticos suelen utilizar la modalidad de los foros que organizamos los medios de comunicación para realizar sus anuncios. Entre otras cosas, porque les solemos pedir que ofrezcan alguna novedad para aderezar los discursos que suelen ser marcadamente partidistas. El estado de ebullición del PP también se aprecia en estas citas. Todos quieren estar presentes en la nueva etapa.

En el PSOE, pese a que hay serias posibilidades de que mantengan el Gobierno de España, la guerra interna pesa más. También fue fácil comprobarlo en el foro que hace unos días organizábamos en Málaga con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Con casi medio centenar de alcaldes en la provincia, las ausencias, como ya sucedió cuando invitamos hace un par de meses al entonces delegado del Gobierno Alfonso Gómez de Celis fueron clamorosas. En el feudo de Susana Díaz ni siquiera la proximidad de las urnas cierra las heridas. Todos sospechan, ahora que está a punto de estrenarse la última temporada de Juego de Tronos, que el invierno llegará este próximo verano. Sánchez regresó como caminante blanco y si continúa en la Moncloa, desde las filas de los socialistas andaluces saben que será implacable. Y Montero puede ser la ariete que quiera utilizar par acabar con el susanismo. Hay políticos efervescentes pero también evanescentes. Veremos.

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