El rebalaje

laura / teruel

Que empiece la fiesta

LA nueva versión de la fiesta de la democracia no es votar cada cuatro años sino el baile de pactos que se traen los partidos entre manos estos días. También incluye una partida de Risk a cuatro bandas con el mapa malagueño como tablero sobre el que los contendientes intentan cumplir su estrategia para conquistar terrenos intercambiando cartas. Lo importante de las fiestas es pasarlo bien y, con lo plomiza que fue la campaña, estas jornadas están siendo de lo más entretenidas. El inconveniente, como en cualquier espectáculo, es que si carece de sentido para el que lo está observando desde la barrera -esto es, los malagueños- se convierte en un teatrillo decepcionante, en la lucha de poder de siempre.

La pérdida de las mayorías absolutas del Partido Popular en varios municipios y la entrada de nuevos actores políticos ha dibujado un mapa insólito al que todos, políticos y ciudadanos, deben acostumbrase. La necesidad de pactar ha aparecido en Málaga, Torremolinos, Marbella o Rincón de la Victoria, entre otros, donde las urnas han evidenciado el reclamo de nuevos aires y de que no se gobierne en solitario. Por ello no tiene sentido que los pactos aspiren a lograr mayorías absolutas por conglomerado, el conocido intercambio de sillones, sino que deben entender que la voluntad ciudadana ha sido que busquen acuerdos para los asuntos claves y que los consistorios sean más abiertos y plurales.

Por ahora, las nuevas fuerzas tienen el papel de impulsar esa regeneración desde la exigencia de una oposición cuya voz no es que cuente, sino que es imprescindible. Porque si De la Torre logra la alcaldía, con trece concejales -descontando los que se marchen a Diputación- ni siquiera cubre los once directores de distrito de la capital, por lo que la negociación con los demás partidos de la Casona en el día a día será vital. Y, si el próximo regidor fuera hábil, ojearía el programa de Málaga Ahora para Carretera de Cádiz, desde donde han recogido a muchos votantes que abandonaron al PP, para congraciarse con los barrios abandonados.

Permitir que gobierne una lista tras la firma de unos compromisos exigentes no es un gobierno en coalición ni cuatro años de apoyos garantizados. Van a comenzar mandatos rocosos, de votaciones bloqueadas y mucha estrategia. La fiesta acaba de empezar.

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