Hola. Soy tu yo del pasado con 9 años escribiéndote el 6 de enero. No sé si me leerás o no, pero dejo estas líneas por aquí para contarte algo importante: que me encanta la Navidad, y hoy me ha dado por preguntarme si siempre será así. Si seguiré pesando que hay unas personas especiales que se dedican a ser reyes y pensar que merezco unos regalos este día, ya sea bajando por una chimenea, poniéndolos en la terraza de casa o cuando los titos nos llaman para decirnos que en su casa también han dejado algo para nosotros. Y aunque siempre hago la carta pidiendo lo que me gusta, lo que más me encanta de todo es la ilusión de saber que vendrán, que han estado pensando y trabajando en conseguir lo que me hace ilusión. También me flipa la Navidad porque veo sonrisas diferentes en la cara de la gente. De mi familia y por la calle. Es curioso, porque hace mucho frío, o al menos más de lo que estoy acostumbrado en esta ciudad tan calentita, pero veo pasear a las familias con unas sonrisas que desprenden mucha calidez.

Otra cosa que me hace disfrutar bastante es que la casa se llena de gente continuamente. Los familiares que veo menos en el día a día, mis maravillosos vecinos. ¡A veces hasta gente que mis padres apenas conocen y, hala, se lían a cantar juntos villancicos como si fueran amigos de siempre. Ojalá no haya cambiado eso cuando leas esto, porque me encanta esa unión y naturalidad que hay entre todos.

Imagino que esta semana mis padres ya quitarán el árbol, el belén y las luces. Y me da mucha pena, yo los dejaría puestos todo el año. Porque a veces veo a gente que cuando apagan esos interruptores es como si desenchufaran también la Navidad de sus corazones, como si renunciaran a la magia. ¡Se me ha ocurrido una idea! Podríamos llenar de luces los sitios chulos de la ciudad. La calle esa grande del centro de Málaga por la que pasa tanta gente. Que hubiera un día en que la alumbraran, pero en vez de que estuviera solo unas semanas, que las dejaran allí todo el año. O incluso un sitio muy chulo que me chifla, el jardín botánico ese al que fui un día. Creo que si lo llenaran de luces y espectáculos, la gente nunca dejaría de creer en la Navidad, siempre podría tener lleno su depósito de magia. Bueno, me despido ya. No sé qué edad tendrás (¿tendremos?) cuando leas esto. Quizá ya eres padre y tienes varios hijos. ¡O abuelo y hay un montón de nietos correteando por tu casa! Solo espero que sigas creyendo, como me (nos) pasa ahora, que sientes que esto no es solo una estación o las vacaciones del cole, sino una manera de vivir la vida constantemente. Porque he visto que la gente es más feliz cuando recuerda a diario esa ilusión.

PD: sigue escribiendo la carta a los Reyes y escríbele también a tu yo del futuro. O a nuestros descendientes, que me da miedo pensar que un día dejemos de perder esta ilusión.

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