No me engañes más

No podemos ni debemos renunciar a una sola de las libertades ganadas durante nuestra historia

Hace más de 2500 años, el filósofo presocrático Anaxágoras exponía uno de los principios que debiera regir el comportamiento de nuestros gobernantes: "Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía". En estos tiempos donde las estafas reiteradas en todo tipo de material sanitario son tan habituales, podría ser el pensamiento de Anaxágoras el que nos permitiese distinguir entre quienes saben gestionar una crisis y quienes deben dejar su lugar, so pena de reincidencia en el engaño.

España se ha convertido nuevamente en el país del pelotazo. Ahora cualquier oportunidad para vender a precio de oro una simple mascarilla desechable encuentra un buen postor. Las empresas que surten de material sanitario nacen por horas, cual seta venenosa, y la mayoría desaparecen a la misma velocidad, no haciéndose responsables de lo suministrado. Se parecen a esas jugueterías que ocupan cualquier local cerrado en época invernal y después se evaporan en la propia noche de Reyes. Pero hay una gran diferencia, este material sanitario no es ningún juguete y la salud tampoco es ningún regalo.

Y ahora llega la época de esa palabra que no aparece en nuestro diccionario: el "desescalamiento". En cualquier país del mundo se entiende que, tras una época convulsa, las aguas encuentran nuevamente su cauce. Por tanto, la vida de sus habitantes debe volver a ser lo que era. Pero algunos mensajes tremendistas tratan de decirnos que ya nada será igual ¿por qué? Durante este tiempo hemos visto a muchos postular normas y exigencias, violentando incluso nuestras libertades, excusándose en la importancia de la salud colectiva. Y eso puede que fuese comprensible en ciertas condiciones, pero una vez acabadas éstas, no podemos ni debemos renunciar a una sola de las libertades ganadas durante nuestra historia. Esto es algo que le debe quedar claro a todo el mundo: los ciudadanos somos suficientemente responsables y, cuando esta situación provisional finalice, ni más vigilancia de las comunicaciones ni más control de movimientos, que ya bastante hemos sufrido por todo ello.

Y como siempre, un enorme y merecido recuerdo a nuestros incontables fallecidos. Porque ninguno de ellos haya muerto en vano y los recordemos con la esperanza de que el país que nos han dejado sea todavía más democrático, libre e ilusionante que el que se vieron obligados a abandonar durante esta maldita pandemia.

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