Hay gobiernos que tratan de pasar a la historia gracias a sus esfuerzos por mejorar un país y los hay que, no teniendo esas cualidades, prefieren montar un espectáculo semanal por si algún día aciertan. Esta semana ha sido una de las más sonadas, gracias a la intervención de la inconmensurable vicepresidenta del gobierno y su pasada de frenada sobre el tema de las relaciones sexuales: si no hay sí "explícito" es no. Aún cuando no se ha aclarado si ese "sí" deben explicitarlo las dos personas, lo cual conjugaría mejor con las políticas de igualdad, querer organizar administrativamente la intimidad de la pareja es muy delicado. Y para ello tratar de justificarlo erigiéndose portavoz de las mujeres frente a los hombres choca de lleno con que, ni todas las mujeres ni todos los hombres piensan igual, y no reconocer que cada persona es única e irrepetible conlleva la unificación de las masas, más propio del marxismo que de una social democracia.
Durante la década de los 80, el sector ultraconservador del gobierno de Ronald Reagan también quiso regular que tipo de actos sexuales debían ser legales y cuales no. Lo que en principio parecía proteger a ciertos sectores sociales chocó con los accesos de la policía a las viviendas para tratar de encontrar a las parejas en pleno acto. El conflicto entre la privacidad y lo que debía regular la política fue titánico y, a pesar de la buena situación económica del país, supuso el principio del fin de la etapa de Reagan. Este ocaso debería, al menos, hacer reflexionar a nuestros políticos.
Por otra parte, la única experiencia acerca de firmar un documento, cada vez que se mantengan relaciones, lo encontramos en la República Islámica de Irán. Esta fórmula, que en el fondo solo persigue legislar la prostitución y regular las relaciones extramatrimoniales al no poder prohibirlas, es muy singular. Cuando alguien se acerca a un lupanar, o una pareja lo hace a un hotel, encuentran la oficina del Mulá, o su coche si se quiere ser más discreto, donde puede ser firmado el sigheh o acuerdo de matrimonio temporal. Este contrato puede tener una validez desde una hora hasta 99 años, según valoren sus firmantes. Como es fácilmente imaginable esta información en las manos de un gobierno, después de vistos los videos de robos de perfumes o las fotos en los yates, sería aterradora ¿porqué entonces ese súbito interés por explicitar la intimidad?
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