La Verdad es Plural

Marisa Fernández Serrat /

La escritura está herida

CUANDO las noticias suelen ser malas, que te cuenten una misteriosa historia de traiciones y engaños y que sea real y que tenga además un final feliz es algo así como un regalo. Me refiero al robo y posterior rescate del códice calixtino, ese documento del siglo XII atribuido al papa Calixto que describe en casi mil folios la aparición del sepulcro del apóstol Santiago. Dos regalos: un final feliz y la oportunidad de poder reflexionar sobre algo ajeno a los mercados y a la Roja.

La recuperación del manuscrito invita a especulaciones sobre el negocio que puede montarse en la catedral de Santiago de Compostela para contemplarlo como visita turística. Por otra parte, no tardaremos en tener el suceso convertido en guión televisivo y emitido como miniserie. Pero lo más relevante es que nos ha obligado a plantearnos el significado de una pérdida como ésta, joya del patrimonio artístico nacional pero de incalculable valor histórico. Es maravilloso que un texto litúrgico elaborado por la orden de Cluny, podamos admirarlo 900 años después. ¿Se conservará algún escrito manual nuestro dentro de unos años? ¿Conocerán nuestros hijos o nietos nuestra letra?

También en estos días se han publicado los resultados de un estudio anglosajón acerca del uso de la escritura manual, en el que se refleja que uno de cada tres adultos admite no haber escrito nada a mano en los últimos meses. Como llamada de atención, Bild, el periódico alemán, dedicó hace unos días su portada a la reproducción de un texto caligráfico. Y es que se nos olvidó la estilográfica y cada vez usamos menos el lápiz o bolígrafo. Parece que escribimos manualmente sólo cuando carecemos de otros medios para hacerlo. Los estudiantes toman apuntes en el móvil. El profesorado deja las instrucciones para hacer las actividades de las asignaturas en plataformas a través de la Red. Hacemos la compra por internet o imprimimos la lista que guardamos… Los teléfonos inteligentes, ordenadores y tablets hacen cada día más fácil el registro de datos y su custodia, incluso los SMS se envían por reconocimiento de voz, sin ni siquiera uso de teclado. La escritura de puño y letra, a sus casi 5.000 años desde que la trazaron los chinos, se ha vuelto prescindible. Gutemberg la hirió seriamente con el invento de la imprenta y el ordenador de Atanassoff la dejó moribunda.

Rechazo las dicotomías, me niego a elegir entre el azul y el rojo, me parece un sinsentido la oposición entre las tecnologías y la artesanía porque creo en ambas, pero estimo que debe alertarse a padres y educadores acerca del valor de la escritura, de lo que aporta al intelecto esa destreza manual y de la actividad cerebral que genera. Es el momento de ir preparando un final feliz para nuestra escritura, como el del códice.

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