El zoco

juan lópez cohard

Ella escucha, él habla

Me comentaba no hace mucho un estimado y apreciado lector que no entendía el por qué la "Sociedad Informativa" estaba embarcada en el catastrofismo y que lo que hacía falta era "proactividad y positividad". Evidentemente he tomado lo de la "Sociedad Informativa" como una sociedad unipersonal compuesta solo por mí. Y lleva razón. Me encantaría estar opinando viendo el vaso medio lleno. Pero coincidirá conmigo, estimado lector, en que, desde que comenzó esta legislatura, cada año el vaso está más vacío, hasta el punto que muchos ciudadanos se preguntan ¿Qué nos deparará el año? ¿Qué más desgracias y estrecheces nos quedan por pasar? ¿A qué se debe que sirvan para tan poco todas las ayudas económicas que proporciona el Gobierno?

Recuerdo que cuando era niño, muchas tardes de invierno, le pedía permiso a mi abuelo para salir a la calle a jugar al balón. Él miraba al franciscano con capuchón que tenía frente a su mesa de despacho y me decía: "No, hoy no se sale que puede llover". Yo me cogía una rabieta de órdago mirando al fraile. Entonces mi abuelo, pacientemente, me decía: "Juanito, tranquilízate y no la tomes con el capuchino de cartón y tripas de higrómetro". Él, con su capuchón a medio poner y su varita en la mano, no hace más que cumplir con su obligación de indicarnos que con bastante probabilidad puede llover. Ya de mayor entendí lo que era eso de "no matar al mensajero".

Esta sociedad informativa que todos los martes escribe esta columna llamada El Zoco, se limita a opinar, con más o menos acierto, sobre las noticias que se van produciendo. Y es una sociedad unipersonal limitada no adscrita a ningún partido político, ni grupo empresarial, ni sindicato alguno.

Lo cierto es que, a veces por causas ajenas y, otras veces, por errores o intereses de no perder la silla aunque se vaya a Sevilla, no salimos de una cuando estamos metidos en otra peor. Esta legislatura socialista está gafada desde que comenzó y, probablemente, por la forma en la que comenzó. Pandemias, sequía, volcanes, incendios por doquier, inflación disparada, guerras, crisis diplomáticas y, para colmo, la sarta continua y sostenida de salidas infantiloides, mentiras, discusiones vanas, chantajes parlamentarios y medidas improvisadas a gogó por parte de la clase política. Si esto es para ver el vaso medio lleno que venga Leibniz y lo vea.

Como ejemplo bien vale una muestra. La exministra, en el gobierno de Rodríguez Zapatero, María Antonia Trujillo, pone en duda la españolidad de Ceuta y Melilla (la cama caliente influye) poniendo al Gobierno en un brete. Esta señora, que tuve la infortunia de conocer siendo ministra de Vivienda, ya destacó por sus deplorables ocurrencias. Entre otras la llamada "solución habitacional" para solventar el problema de la vivienda en alquiler para los jóvenes. Más o menos, viviendas como contenedores o casetas de obra. Formó parte del ramillete de ministros-as con el que se lució el presidente Zapatero, cuyo gobierno terminó arruinando a España, la banca rescatada, derrotado en las elecciones generales por un PP con mayoría absoluta y un PSOE deshecho y sin rumbo hasta la llegada de Pedro Sánchez. El problema es que, por el camino que vamos, el actual Gobierno terminará igual. Lo siento, sigo viendo el vaso medio vacío, por más que Yolanda Díaz haya decidido dedicarse a escuchar y Sánchez recorra España para hablar.

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