La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La esencia de la bondad

Arriesgando su vida para salvar al niño ha hecho realidad la vieja historia budista

Lo grabó el pasado sábado una cámara de seguridad de la estación de tren de Mumbai (India) y las imágenes, afortunadamente, se han difundido por todo el mundo. Una madre invidente lleva a su hijo pequeño de la mano. Caminan por el andén, se acercan peligrosamente a las vías y el niño cae a ellas mientras se acerca un tren. La madre, arrodillada, intenta desesperadamente coger al niño sin lograrlo a causa de su ceguera. Entonces un empleado de los ferrocarriles corre por las vías hacia el pequeño, lo pone a salvo y salta al andén segundos antes de que pase el tren.

Mayur Shelke, que así se llama el salvador del pequeño al precio de arriesgar su vida, comentó después: "Estaba en las vías. Mi trabajo consistía en dar la señal verde a Udyan Express. Solo estábamos yo y el jefe de estación de pie en el andén. Vi a Udyan Express dirigiéndose hacia el niño. Tuve que salvarle la vida y comencé a correr hacia él. En cuestión de segundos me asusté y pensé en retroceder. Incluso reduje la velocidad. Pero no pude verlo morir y comencé a correr de nuevo". Lo más revelador, por más humanamente heroico, de su testimonio es el reconocimiento de ese segundo de duda en el que se asusta al ver tan próximo al tren y tiene el impulso de retroceder. En ese segundo lucharon en él el miedo como instinto de conservación y la compasión -la humanidad en sus dos sentidos literales de flaqueza propia del ser humano (el instante de duda por miedo) y de compasión ante las desgracias ajenas (el impulso de arriesgar su vida para salvar al niño)- venciendo afortunadamente la segunda.

Al suceder en la India el hecho me recordó una hermosa historia budista. Le preguntaron a Buda si la bondad era innata o aprendida, si está en la naturaleza y el corazón del ser humano o si es el esfuerzo por adecuarse a la doctrina venciendo a la naturaleza. Contestó que la bondad es el gesto de un hombre que, caminando por unas tierras extrañas, ve caer un niño a un pozo y se lanza a salvarlo arriesgando su vida sin importarle si puede lograrlo o no, que esa no sea su tierra y que el niño sea un desconocido a quien ningún lazo de amor le une. En ese impulso irreprimible que nada tiene que ver con el amor hacia quienes consideramos nuestros, está la esencia de la bondad, concluyó. Dos mil quinientos años después esta vieja historia se ha hecho realidad en la tierra del príncipe Siddhartha Gautama.

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