Alas primeras revelaciones tras levantarse el secreto del sumario del caso Gürtel ha seguido la reacción imperturbable del Partido Popular: no hay novedades destacables, no existe el menor rastro de financiación ilegal del partido y éste ya ha actuado con contundencia. Doctrina Mariano, emitida ayer por Soraya Sáenz de Santamaría.

Veamos. No es novedad, desde luego, que el jefe de la Brigada de Blanqueo de la Policía señale "sin género de dudas" a Luis Bárcenas, senador y ex tesorero nacional del PP, como el receptor de 1,3 millones de euros de la trama corrupta encabezada por Francisco Correa, supuestamente por intermediar, en base a su autoridad orgánica, para que cargos públicos populares adjudicasen contratos a las empresas de éste, bordeando la legislación o trucando su cumplimiento.

Esta conclusión no sale de ninguna manipulación o resentimiento policial. Sale del pendrive incautado al contable de la trama, José Luis Izquierdo -que éste quiso hacer desaparecer- y de una carpeta azul con datos y fechas manuscritas descriptivas de la contabilidad B que manejaba la organización. Nadie se puede tragar que L.B., L. Bárc., L. Bárcenas y L. el Cabrón sean alguien distinto a Luis Bárcenas, el antiguo gerente del PP al que Mariano Rajoy convirtió en el hombre de los dineros del Partido Popular en su condición de tesorero. El mismo Bárcenas que juntó un patrimonio de tres millones de euros, con viviendas en Madrid, Marbella y Lérida, locales comerciales y plazas de garaje.

Hablemos de la contundencia de la dirección del PP ante el imputado Luis Bárcenas. Cesó como tesorero del partido, pero mantiene despacho en la sede central, en la calle Génova, y la organización le financia su defensa en el caso. Por qué se le trata así y se considera expresamente que ese trato es el normal (De Cospedal) solamente puede deberse a dos razones: o Rajoy confía ciegamente en su inocencia, arrostrando el peligro de acompañarle al precipicio si resultara ser culpable, o tiene miedo de que el dueño de tantos secretos -insisto: el hombre de los dineros del PP- termine tirando de la manta antes que comerse él solito el marrón del lado oscuro que todo partido oculta en relación con sus fuentes de financiación.

La contundencia de Mariano no es nueva, y el tiempo no hace más que consolidarla. A su amigo Jaume Matas no fue capaz de darle de baja en el partido ni siquiera tras admitirle éste al juez que había hecho pagos en dinero negro, y estuvo más de un año pagándole cinco mil euros mensuales cuando abandonó la política y ya tenía otros trabajos. A Camps lo toma por intocable pese al esperpento de sus trajes y su amiguito del alma. ¿A qué espera para actuar como el hombre que aspira a gobernar España?

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