Crónica Personal

A la espera

Se trata de convertir una humillación inconmensurable en una operación que solo traerá parabienes a los españoles

Aquí estamos, a la espera de que Pedro Sánchez se avenga al chantaje de ERC y la Abogacía General del Estado convierta en políticamente asumible que se permita a Junqueras que salga de Lladoneras para cumplir los requisitos burocráticos que le conviertan en eurodiputado.

Requisitos que deberá cumplimentar en Madrid, ante la Junta Electoral Central, o en Bruselas, como pretende ERC. Junqueras prefiere esto último, porque sería una nueva oportunidad de internacionalizar su situación, atender a los periodistas que le rodearán en Bruselas y lanzar el mensaje que más gusta a su grey: es víctima de un Estado que no acepta la discrepancia ideológica y que mantiene a Cataluña sometida.

Estamos a la espera de que Sánchez reciba luz verde de la Abogacía, a la que el Gobierno ha dado las instrucciones para que facilite la abstención de ERC en la investidura. El silencio de Sánchez es muy elocuente, silencio impropio de un candidato que sólo ansía que le encuentren la fórmula para superar la investidura de manera que no parezca que se ha sometido a las exigencias de un partido inconstitucional. Hablando en plata: estamos a la espera de que la Abogacía General del Estado y los portavoces del Gobierno disfracen el muñeco infame que nos van a hacer tragar con patatas y lo conviertan en un simpático monigote que llevaremos encantados a casa porque con él se garantiza el buen rollito, las sonrisas y el bienestar familiar.

Se trata de convertir una humillación inconmensurable en una operación que sólo traerá parabienes a los españoles. Si cree Sánchez que se va a dar por buena La Gran Mentira, es que no conoce nada a los españoles. Una cosa es que se vean obligados a aceptar lo que les revienta porque Sánchez ha ganado las elecciones y otra cosa muy distinta es que desde las alturas intenten convencer a las bajuras de que van a salir muy favorecidos a través de una inteligente operación política. Un enorme engaño, empezando porque esa operación va a provocar una gravísima crisis territorial, ya que lleva dentro un partido que busca la escisión de Cataluña.

Sólo queda esperar que ERC acepte la fórmula que se saque de la manga la Abogacía y se fije la fecha para el debate de investidura. En el tiempo de espera, el prestigio de Sánchez ha quedado por los suelos, pero ha quedado dañado también el de los socialistas que le respaldan y, lo más grave, ha quedado en entredicho el Tribunal Supremo.

Todo, para conseguir que Sánchez, al fin, pueda cumplir su sueño de ser elegido presidente. Porque él no olvida que lleva un año en funciones pero nunca ha sido elegido en una sesión de investidura.

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