COMO tenemos la costumbre de considerar el tiempo en segmentos anuales, como si cada final de año acabara una época para comenzar otra, toca comenzar el nuevo, numerado con el 2010, y lo comenzamos con nuevos ánimos y con el propósito de conseguir y alcanzar nuevas metas. Más o menos como estar en estado de nueva esperanza. De momento, los que somos fumadores empecinados, nada más comenzar el año, hemos dejado de fumar. Como todos los primeros de año. Pero aparte de eso también nos asoman otras nuevas esperanzas para el año que entra.

Una de las esperanzas con la que debemos encontrarnos los malagueños es con la posibilidad de pasar en julio de este año el corte para entrar en liza con otras capitales en la consecución de la capitalidad cultural en el 2016. La apuesta que hizo el alcalde es importante, y lo es aunque no se consiga el objetivo. Es importante por cuanto entrar en esa competición supone hacer un esfuerzo para que Málaga sea una capital con capacidad de generar cultura. Porque para conseguir ser capital cultural no es necesario "almacenar cultura", esto es, tener muchos e importantes monumentos, museos, etc., sino que se trata de acumular actividades culturales que tengan cierta importancia en la innovación y el desarrollo de todas aquellas actividades que componen el mundo de la cultura. Todos los malagueños debemos hacer el esfuerzo de creer que somos capaces de alcanzar el objetivo y sumar voluntades apoyando la decisión tomada por nuestro Ayuntamiento. Hemos comenzado el año con el nombramiento de Javier Ferrer, hombre de confianza del alcalde, como gerente de la Fundación Málaga 2016. Es una buena decisión. Su experimentada capacidad de gestión y su buen hacer son una garantía para iniciar la carrera que tenemos por delante para ser capital cultural.

La más importante actividad con la que se enfrenta Ferrer es la de impulsar proyectos que generen actividades culturales con repercusión mundial. Por poner un ejemplo de ello, sólo habría que mirar ciudades como Sidney, Singapur, Shangai, Lyon o Liverpool que mantienen, desde hace muchos años, una bienal de arte contemporáneo que las pone en el mundo de la cultura durante los seis meses que dura la bienal y que atraen a miles de coleccionistas, expertos, artistas y público en general de todos los rincones del mundo. Aparte de ello, además, generan retornos económicos muy superiores a la inversión que requieren. Málaga podría estar entre esas ciudades, sobre todo porque ya contamos con un Centro de Arte Contemporáneo que es conocido (y está prestigiado) en gran cantidad de países de los cinco continentes. Iniciativas como ésta son las que podrían llevarnos a conseguir el objetivo. E iniciativas como ésta son las que podrían conseguir que Málaga estuviese entre las ciudades más cultas y desarrolladas de nuestro entorno. Pero haciéndolo debidamente, no como lo intentado por Valencia y Sevilla que redujeron sus bienales a meras exposiciones con el consiguiente fracaso. Podemos. Tengamos la esperanza. Y, si no llegamos, siempre nos quedará lo más importante: nuestra Málaga.

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