Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

En eternas elecciones

Cuanto más tiempo se pasa un país anestesiado con procesos electorales, y más largas se hacen las negociaciones para formar gobierno nacional, autonómico o municipal y establecer pactos para la legislatura, más prescindible parece la política. España lleva meses en un limbo político; no hace mucho, Bélgica se pasó un año largo sin Gobierno. En la inopia. Y no pasa nada aquí, no pasó nada allí, aparte de estirar y resobar el chicle electoral y alargar el baile de politiqueos y declaraciones sobre pactos, novios y novias: la política narcótica y barroca, donde lo importante es la forma. Macluhan y la frase "el medio es el mensaje" están vivos pasados 55 años desde la publicación de su Understanding Media. La parsimonia y hasta cuajo para comenzar a legislar y a gestionar la cosa pública resultan chocantes, y es natural que los votantes, ya una vez votado lo votado y sabido cómo se reparten los escaños y sillones, se pregunten por qué todo tarda tanto tiempo: si no será que, en el fondo, son estos procesos de propuestas programáticas, incluidas la venta de crecepelo y otras promesas de ocasión y las tarjetas de baile las que justifican la existencia de los partidos.

Por enfocar en lo municipal, recordemos que hace poco un par de patronales andaluzas reclamaban que los ayuntamientos tuvieran direcciones generales profesionalizadas que gestionaran los asuntos de la ciudad de forma independiente de los partidos y sus coaliciones. Y nadie dijo ni mu. Si tenemos cuadros funcionariales cualificados a todos niveles, ¿para qué tanto aterrizaje y socialización en el puesto de los cuadros políticos, en no pocos casos ignorantes de sus futuras tareas? Cabe decir, por lo mismo, que proponer una dirección general -una especie de directorio de romanas maneras, pero con un CEO en la tarjeta de visita- no sólo pone en duda la verdadera eficacia y eficiencia de la labor política de los partidos, sino también, ya puestos, la de los propios funcionarios: dos pájaros de un tiro, se dirán las patronales.

Pónganse a trabajar, señoras y señores electos, y déjense ya de tarimas, micrófonos, tuits, margaritas deshojadas con este o aquel socio de ocasión y otras cortesanas actividades que nada, sino todo lo contrario, tienen que ver con resolver los asuntos de las personas. Bien mirado, nunca pasa nada, al final. Esto es lo peor, o si quieren, lo mejor: con permiso de los fisiócratas, que en paz descansen: "Le monde va de lui meme", el mundo se las apaña solito. Para que los políticos, en este plan.

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