No es una cuestión política, aunque el PP haya querido abanderar la lucha contra los recortes llevados a cabo en sanidad en los últimos años en Andalucía. El mantener la calidad de un servicio esencial es simplemente una cuestión fundamental que no admite excusas. No cabe duda que la crisis económica ha cambiado radicalmente el Estado del Bienestar que nos habían vendido ficticiamente hasta hace unos años y que obviamente hemos tenido todos que adaptarnos a golpe de realidad a la nueva situación. Pero con la salud no se juega y no hay justificación que valga para explicar que el sistema sanitario andaluz tenga hoy en día casi 7.400 profesionales menos que en 2009. Y con menos razón aún cuando, además, durante todos estos años se nos ha hecho creer que nada había cambiado en el servicio público que recibimos y que los recortes no estaban haciendo mella en la sanidad. Vil mentira a la vista de los datos que los propios profesionales sanitarios intentan sacar a la luz desde entonces sobre la precariedad de los contratos de muchos de ellos, las dilatadas listas de esperas para una cirugía, el cierre de camas hospitalarios, la merma de servicios de atención y, en definitiva, la progresiva pérdida de la calidad del sistema de salud que tanto esfuerzo supuso construir. La evidencia de las carencias existentes es tal que resulta ciertamente insultante que se nos haya tratado de convencer de lo contrario hasta ahora. Las recientes manifestaciones contra los recortes en sanidad y, en el caso concreto de Málaga, la insistencia de un colectivo de 700 médicos jubilados para exigir que se pare esta sangría, parece que ha hecho tambalear ligeramente la férrea defensa mantenida hasta ahora por la Junta de Andalucía sobre su gestión al frente de una materia crucial para los ciudadanos donde no caben más argucias. Hay que asumir cuanto antes el punto donde nos encontramos y reconducir la situación para evitar que la sanidad pública pase a la historia. Estoy convencida de que hay otros aspectos más superfluos de la gestión del Gobierno andaluz que aún pueden tolerar más recortes sin que supongan una merma en la calidad de vida de la población. Los servicios sanitarios, desde luego, no. Si hay que abrocharse el cinturón, porque las circunstancias económicas son las que son, tendrá que ser en otras cuestiones donde no esté en juego que una persona pueda tratarse a tiempo y con todas las garantías cualquier enfermedad.

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