Los éxitos. El éxito

Málaga tiene muchas luces, pero también muchas sombras, algunas de ellas ciertamente terribles

Tengo la vieja costumbre de preparar esta columna repasando las noticias del periódico de la semana anterior. Debería ayudar a tener una visión más amplia de lo que pasa, un poco por encima de esa caducidad de apenas un día de la actualidad. Pero el resultado es que rara es la semana en que no me deja un retrato aún más confuso y embrollado. Les dejo aquí algunas de las noticas de los últimos siete días, para que lo comprueben ustedes mismos. Casi 800 personas mueren en seis meses en Málaga a la espera de ayudas de Dependencia. El riesgo de suicidio en Málaga casi dobla la media nacional. Los Asperones, un ejemplo de la pobreza de la que alerta la ONU. Sindicatos alertan que la saturación de las Urgencias es "habitual y generalizada". Guardias civiles piden refuerzo ante la "guerra abierta entre bandas" en Málaga. Comisiones Obreras denuncia la precariedad del empleo hostelero en Málaga. La Costa del Sol destinará más de 306.000 euros a promocionar el turismo de lujo este año. Málaga acude a Bruselas a reforzar el turismo belga, con alto nivel de gasto. Fuengirola extiende el baldeo con olor a pino en todos los espacios públicos de la ciudad. La Junta destaca los avances en sedes judiciales de la Costa del Sol para dar "una justicia del siglo XXI y no del XIX". Un juez califica de "pocilga" los juzgados de Primera Instancia de Marbella.

Todas estas noticias son de los últimos días. Y extenderlas sobre mi mesa conforma un retrato realmente chocante de nuestra realidad, que te obliga a reflexionar. En primer lugar, sobre qué llamamos éxito, y si puede hablarse siquiera de éxito, o fracaso, cuando nos referimos a una realidad tan compleja como una ciudad o una provincia. Tenemos muchas cosas que celebrar, sin duda, pero no es lo mismo el éxito que los éxitos. Málaga tiene muchas luces, pero también muchas sombras, algunas de ellas ciertamente terribles. Tanto, que resulta evidente que quiénes estén a cargo de conjurarlas desde luego no están teniendo ni muchísimo menos el mismo éxito que con las luces. Quizá porque sea una tarea bastante más difícil. O quizá porque ocultar las sombras sea más fácil que afrontarlas. Esa tentación tan irresistible de querer alcanzar el éxito escondiendo las miserias, y a los miserables. Que nunca funciona, pero que tantas veces casi lo parece. Casi.

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