Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¡Nos falta fe!

Qué mal lo tiene que estar pasando los militantes decentes del PP, abocados a una militancia errante

En qué momento un militante de base pierde la fe en su partido? En la época del nacionalcatolicismo había una fecha en la que perdías la fe. Nunca la olvidabas, como tampoco la del primer beso o la del primer desengaño. Yo perdí la fe -me contaba un amigo- un 13 de mayo; me pasé toda la tarde esperando el fin del mundo, como había prometido la Virgen de Fátima; con mi mochila llena de pecados, por si terminaba en el Valle de Josafat y había que mostrarlos a todo el Mundo el día de Juicio Final. Pero no tuvo lugar. Mis mayores optaban por no perder la fe, si la Iglesia los decepcionaba; pero sí abrían una vía de comunicación directa con el Altísimo, prescindiendo de intermediarios, cuando los curas insistían, cínicos, en que había que hacer lo que ellos decían pero no, lo que ellos hacían. Imagino el desconcierto de los militantes conservadores, democratacristianos, contrarios al aborto, a la eutanasia, al latrocinio sistemático del erario, a la traición, a la subida de los impuestos, partidarios de la ley y el orden. Votantes del PP que han visto cómo sus líderes prometían, en época electoral, esas cosas por las que ellos los votaban y que luego, como los curas, hacían todo lo contrario. Muchos de ellos habrán perdido la fe democrática. Creo que nunca tuve fe.

No es un mérito ni un demérito. Hay seres que viven toda su vida instalados en la transcendencia y otros muy biológicos, muy fisiológicos, que no conocemos nada que no nos entre por los millones de sensores que tenemos repartidos por el cuerpo. Sí sacrifiqué alguna paloma en el altar de la diosa Razón. Devoto de la delicada relación entre las causas y sus efectos. Por eso no soy ni terraplanista ni antivacunas ni fan de casi nada y de casi nadie, aunque agradezco a Juan & Junior sus canciones románticas. Pero tampoco es que yo crea todo lo que me dicta mi razón y sé que la puedo pifiar con alguna de mis hipótesis más razonables. Pocas cosas pueden ya decepcionarme. Cada vez me asusta más la violencia y me asombro de que estemos tanta gente en el planeta, pese a que siempre ha habido 'putines' dispuestos a meterse en guerras. Procuro, pese a todo, no caer en un individualismo esterilizante, que tampoco recomiendo a la militancia errante. Les invito a no ser muy severos. Digan conmigo: ¡Seres humanos, todos! Y respiren hondo.

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