Postales desde el filo

La fantasía de un trol

Circunstancias azarosas y la torpeza de Artur Mas pusieron el gobierno catalán en manos de antisistemas

Decía en un reciente artículo M. Arias Maldonado que "hay días en que la política contemporánea parece materializar las fantasías de un trol." Lo decía desde el punto de vista global citando a Trump, Kim Jong Un, Farage, Le Pen, etc. yo añadiría el líder del FDP alemán. Pero para nuestros destroyers locales, de menor capacidad destructiva, dichos días no tienen fin. Todo lo que rodea al 1-O parece efectivamente salido de la fantasía de uno de esos pesadillescos personajes que se mueven a cadenazos por las redes sociales. Circunstancias algo azarosas, y la torpeza de Artur Mas, pusieron el gobierno de Cataluña en manos de un grupo antisistema y de un partido bipolar como ERC, que un día es posibilista y el otro revolucionario. Apoyados por una CIU a la deriva decidieron que, en la grave crisis económica e institucional de nuestro país, se daban las condiciones objetivas para el gran salto adelante. Y ni corto ni perezosos marcharon decididamente hacia la independencia unilateral de Cataluña. Antes de ganar Trump la Casa Blanca, ya ellos se habían instalado en su propia realidad alternativa. Según su exitoso relato, el TC y la propia Constitución dejaron de regir para Cataluña en 2010, tras la resolución del Alto Tribunal sobre el Estatut.

No es un intento de justificar su reiterado desacato, según su posverdad es un hecho irrebatible. Sólo acatan las leyes que confeccionan a su medida. Se dice que han impuesto su relato, pero no estemos en un concurso literario, sino en cómo hacer frente a un golpe de Estado. Cuando un juez actúa para imponer la ley -esa que no existe en la fantasía independentista, como los niños que creen esconderse tapándose la cara- hablan de suspensión de libertades, preso políticos, etc. Los Puigdermont, junqueras, Iglesias Turrión, etc. obviamente no se lo creen, pero la gente a la que excitan a tomar la calle está convencida de vivir en una dictadura. Algo de eso hay. Tanta exaltación nacional y tanta bandera independentista, me retrotrae inevitablemente al nacional catolicismo y al ¡todo por la patria! de los años cincuenta de mi lejana infancia. Durante cuarenta años el nacionalismo catalán ha consumado su proyecto de construcción nacional. Se trata de sentirse distintos, superiores -daneses y magrevies- supremacismo, en definitiva. Para los nacionalistas, cristalizados en independentistas, en el resto de España están los otros que, según el filósofo, son el infierno.

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