La esquina

josé / aguilar

El fin del aislamiento

CON motivo de la firma del pacto contra el terrorismo -por desgracia sólo lo suscribieron PP y PSOE-, enfocado hacia el combate contra la amenaza yihadista, el diario El País encargó a Metroscopia una encuesta según la cual existe una amplia mayoría de ciudadanos que respaldan el acuerdo, incluyendo muchos votantes del PSOE, partido en el que se habían producido algunas críticas al mismo.

Pero la encuesta registra algunos datos y valoraciones que me parecen más significativas que este apoyo al pacto. Por ejemplo, muy amplias mayorías que consideran probable una acción terrorista de carácter islamista en España se muestran de acuerdo con intervenir contra los grupos radicales que actúan en Siria o Iraq y se declaran favorables a la participación de las Fuerzas Armadas españolas en misiones militares de la ONU o la OTAN en defensa de nuestra libertad.

Y esto es significativo porque refleja un importante cambio de tendencia en la opinión pública española. Durante mucho tiempo, los españoles han sido partidarios de una actividad intensa y firme del Estado contra el terrorismo de ETA -sin hacerle ascos ni a la guerra sucia en muchos casos-, pero muy remisos a la participación nacional en el combate contra el terrorismo fuera de nuestras fronteras. Ha costado mucho entender que este último fenómeno también nos afecta y nos obliga (a pesar de la brutal evidencia de ello que nos dejaron los atentados de Madrid en 2004).

En un pasado aún reciente los españoles no se sentían concernidos por los conflictos internacionales, ni siquiera con aquéllos en los que más claramente se ventilan intereses de España, empezando por la seguridad. Siempre esperamos que los demás (los americanos, la OTAN, la ONU) nos saquen las castañas del fuego. No está lejos el tiempo en que las inevitables bajas españolas en Iraq, Líbano o cualquier otro lugar provocaban un tenso debate nacional en el que predominaba la tentación del aislacionismo. ¿Qué se nos ha perdido a nosotros allí? era la pregunta-trampa más reiterada.

Parece que estamos cambiando. Que al fin comprendemos que tenemos que estar allí para ayudar a no perder lo que tenemos aquí, la forma de vida que llevamos y la libertad que disfrutamos. Que no podemos escaquearnos de los compromisos que hemos adquirido con quienes piensan como nosotros.

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