la hora del bocadillo

José Luis Vidal

Al final del camino, una única baja

Llegan a su conclusión '100 balas' y 'Predicador', dos de las mejores series del variado y vasto mundo que se esconde tras el sello norteamericano Vértigo, que reedita ECC Ediciones

El sello de "regular" o el desconocimiento de su fin en una serie de cómic (en este caso me refiero al mercado estadounidense) supone, en la mayoría de los casos una merma en la calidad narrativa de la ésta. Argumentos que se repiten, reboots (reinicios)… Hay ejemplos flagrantes de esta situación, por nombrar alguna: The Walking Dead, cuyo único interés radica en saber quién será masacrado en el nuevo número. Y, por supuesto, la mayoría de cabeceras pertenecientes a las dos 'Grandes', Marvel y DC: ¿Qué le falta por padecer al pobre Peter Parker? ¿Existe ya alguna amenaza a la altura del hijo de Krypton?

Toda esta introducción viene a colación ya que en estos meses ha terminado la publicación en nuestro país de Predicador y 100 Balas, dos maravillas, muy diferentes entre sí, de ese vasto y variado mundo que se esconde tras el sello Vértigo.

Comencemos por las peripecias del reverendo Jesse Custer y cía: En el último volumen publicado por ECC, titulado Álamo, seremos testigos de cómo todos los caminos, senderos y carreteras llevan al mismo lugar. Un sitio donde se combatió con valentía y cuyas piedras fueron salpicadas por la sangre de los muertos en la famosa batalla.

Pues bien, aunque sus vidas se han separado, Jesse, Tulip y el vampiro Cassidy llegan al lugar. Custer tiene un plan en su cabeza para terminar de una vez con sus dos principales problemas: El tener que portar en su interior a la entidad angélico-demoniaca llamada Génesis y sobre todo y, de una puñetera vez, terminar con ese Dios cobarde y chapucero que abandonó el Cielo.

Durante siete episodios seremos testigos de esas largas, pero geniales, conversaciones a los que nos ha tenido acostumbrados el guionista y creador de la serie, Garth Ennis: Jesse y Tulip comparten unas últimas horas en la cama de un motel; Cassidy intenta disculparse con su amigo traicionado; Caraculo conoce, por casualidad, a su media naranja y el vengativo Herr Starr, que ha sido desprovisto de varias partes de su anatomía en anteriores enfrentamientos con Custer y sus amigos. Al calvo sólo le quedan dos personas que lo apoyan, la eficaz Featherstone y Hoover.

¿Y qué decir de la labor del dibujante Steve Dillon, que hizo él solito los sesenta y seis números de la edición original norteamericana?

¿Cuál es el plan del predicador? ¿Quién vivirá y quién morirá? Hay que esperar hasta la última página para disfrutar de este magnífico western con ribetes fantásticos.

La otra serie finalizada, en su número cien (no es casualidad…) es 100 Balas, escrita por Brian Azzarello, uno de los maestros del neo noir en los cómics (con el permiso de Ed Brubaker, claro) e ilustrada por uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos, el argentino Eduardo Risso (que también realiza todos los números de la colección, ahí es nada).

Como imagino ya conoceréis todos y todas, la premisa inicial de la serie era que un buen (o mal) día llegaba a tu vida, aparecía sin ser llamado, el Agente Graves, un misterioso tipo que te proponía un trato: Consistía en darte un maletín que contenía un revolver, imposible de rastrear y cien balas. Lo único que tenías que hacer a cambio era eliminar a quien quisieras, hacer "justicia" ante algún crimen que hubiera quedado impune… Y a ti no te pasaría absolutamente NADA.

Pero ésta era solo la primera capa de barniz de un retorcido argumento, sin un protagonista fijo, un reparto coral en el que hemos ido conociendo a Los Milicianos, antiguos pupilos de Graves, cada uno con su particular agenda, que los ha llevado de una punta a otra de los Estados Unidos, o incluso a Europa…

Otros personajes, con vidas bastante complicadas y que la aparición del maletín hizo que éstas cambiaran radicalmente, como Loop y Dizzy Cordova.

Para en los dos últimos tomos (números 9 y 10) de la serie ver como las fichas están dispuestas sobre el tablero: Las diferentes familias que componen el Trust, con los Medici a la cabeza; Graves y sus maquinaciones; los Milicianos y esa fuerza imparable de la naturaleza llamada Lono… La mayoría coincidirán en el mismo escenario, un teatro cuyo telón es del color de la sangre y la música es la de los disparos.

Azzarello crea un retablo criminal que mezcla influencias de los mejores escritores del género negro. Desde Chandler hasta Leonard, pasando por Ellroy, Thompson…

Dicen los norteamericanos que todo lo bueno ha de acabar, y cuando termina tan genialmente como estas dos series, pues mejor que mejor.

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