La frivolidad que nos preocupa

Decir que se van a trasladar los restos de Franco antes del 25 de octubre, día de inicio de la campaña, es hilarante

Aunque el título pudiera parecer contradictorio, pues algo frívolo es trivial y no debiera ser preocupante, refleja el estado actual de nuestra política ante un nuevo periodo electoral. Si bien uno espera la presentación de programas audaces y soluciones inteligentes, no deja de llegarnos temas cada vez más alejados de las preocupaciones mundanas y con menos trascendencia futura.

Decir que se van a trasladar los restos de Franco antes del 25 de octubre, que curiosamente es el día de inicio de la campaña, es hilarante. Sólo de imaginar las tremendas repercusiones económicas que va a tener este hecho sobre las políticas europeas nos dan una idea del aburrimiento supino que deben tener nuestros gobernantes. Es lógico que una noticia de este tipo pueda tener muchos minutos de televisión, como lo tuvieron el cambio de colchón en La Moncloa o la restauración del Cristo de Borja, pero no deja de ser un hecho que, cuando acabe, volverá al mismo olvido que padeció antes. ¿Y qué repercusión tendrá sobre los ciudadanos esta cantidad de tiempo dedicada por los políticos? Muy sencillo, ninguna.

Pero después de esto empieza uno a leer las propuestas electorales y la preocupación va "in crescendo". Desde luego quitar las ofertas de 3x2 en los supermercados hace muy poca gracia a los que tratamos de optimizar nuestras compras, pero es lógico que para alguien que nunca rechazó el cobro de una beca universitaria, a pesar de incumplirla, la vida de la gente le preocupe poco. Por otra parte, proponer la bajada de peonadas para cobrar el PER en Andalucía y Extremadura, ahora que empezábamos a ser un ejemplo de producción y exportación agraria eficientes, es retrotraernos al pasado gris de los emigrantes del sur rogando la solidaridad del norte. Es decir, el estado propicio para el gobierno de las subvenciones. Y el problema es que como sigan bajando las peonadas no va a haber siquiera operarios para desenterrar a Franco.

Pero, bromas aparte, no nos impresionemos mucho con el espectáculo que va a ser la próxima campaña. Aún nos queda el runrún catalán, que querrá dar la nota en toda España, como si el resto no tuviésemos nuestros propios problemas y preocupaciones. Esperemos que aún nos quede algo de respeto por nuestros representantes, después del 10N, o acabaremos exportando las ideas de Andrea Mucciolo: "La política italiana es un circo, sin ni siquiera domadores, sólo payasos"

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