Mitologías Ciudadanas

José Fabio Rivas

El fuego

Prometeo el Titán amigo de los humanos, robó el fuego de los dioses para dárselo a los hombres, y así el fuego fue adorado por los hombres como el más noble de los elementos, gracias al cual podían disponer de luz y de calor, lo que supuso un cambio radical en los hábitos humanos: cocinar alimentos aumentando la variedad de nutrientes y reduciendo las enfermedades, tener calor en climas fríos, poder ver en las noches oscuras, mantener a raya a los peligrosos depredadores nocturnos, reunirse en torno a una hoguera para contarse historias… Pero este regalo no estaba exento de problemas: Cómo encender el fuego, cómo mantenerlo vivo y cómo apagarlo cuando hiciera falta, pues el fuego incontrolado es un monstruo divino, feroz e insaciable, que arrasa todo lo que encuentra a su paso. Después, ya saben, se parceló el campo, surgieron los agrimensores y los registradores de la propiedad, la agricultura se capitalizó, las parcelas se urbanizaron, y en la locura de su avaricia, el hombre perdió el tino en el control del fuego.

Ahora, cuando escribo, hace 5 días que comenzó el incendio de Sierra Bermeja, con un bombero muerto, cerca de 8.000 hectáreas calcinadas por las llamas en un perímetro de 85 kilómetros, 3.000 personas desalojadas, 6 pueblos afectados… Una catástrofe medioambiental y humana importantísima que está convirtiendo en cenizas una de las reservas de la biosfera más importantes de Europa. Parece que ha sido intencionado. El 96% de los incendios forestales lo ocasionamos los humanos, y más de un tercio son intencionados por motivos económicos (intereses urbanísticos, el negocio de la madera quemada, agricultores y ganaderos que quieren limpiar el monte de rastrojos, los propios intereses de la "industria antiincendios"…) Habría que investigar, pues, quienes se benefician del incendio de Sierra Bermeja. El propio presidente de la Junta de Andalucía se ha apresurado a declarar que "se dará caza a los asesinos que hayan podido causarlo". Lo que no ha dicho el presidente, ni ninguna de las autoridades responsables, es que los incendios se combaten en invierno; es decir, que la mejor lucha contra los incendios es la prevención, y en este caso poco se ha hecho; que se empezó a actuar tarde y mal; que no fue hasta pasada 2 horas del inicio del fuego cuando acudió el primer retén, por cierto sin vehículo forestal; que se tardó 8 horas en movilizar a las unidades disponibles; que se rechazó durante días el ofrecimiento de los bomberos de Cádiz, Córdoba y Sevilla; que se tardó 5 días en solicitar la intervención de la UME -dicen que por razones de rivalidad política-… Pero, eso sí, todas esas autoridades, con gesto afligido y tono de voz quejumbroso, declarando la gran coordinación que ha habido entre las administraciones, pero que por razones medioambientales (la sequía, la orografía del terreno, la densa masa forestal, los fuertes vientos…), se trata de un incendio de sexta generación, con sus pirocúmulos y sus pavesas incandescentes, frente al cual poco se puede hacer; es decir, eludiendo cualquier responsabilidad en el desastre. La culpa, pues, la tiene la madre naturaleza y el dios del fuego. ¡Oh, si el dios del fuego en lugar de arrasar Sierra Bermeja, arrasara a tantos políticos frívolos, demagogos e irresponsables! Y mientras, quedamos aguardando a que el dios de la lluvia se apiade de Sierra Bermeja y sus lágrimas apaguen este nuevo desaguisado de la insensatez humana.

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