Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Una galaxia sin soles y plutones

ALMERÍA debería dejar de ser el Plutón del sistema solar andaluz. Está dentro de una comunidad autónoma en la que se encuentra extraña, muy lejos del centro administrativo sevillano, convertido en la madre de todas las capitales. Y, para colmo, es noticia nacional en el 2000 por unos disturbios raciales o ahora porque unos aprovechados han intentado saquear las arcas de uno de sus principales municipios. Sea como fuere, Almería busca otras galaxias más confortables. Por ejemplo, tiene un papel relevante, junto a Algeciras, en el lobby que defiende un corredor ferroviario de alta velocidad por el litoral mediterráneo. Es difícil lograr un desarrollo regional consensuado en un territorio tan grande como Andalucía. Pero a veces se toman decisiones chocantes: no se entiende bien por qué se han gastado cientos de millones de euros en construir un muelle de contenedores en Málaga, a pocos kilómetros de Algeciras, que es el primer puerto español, en vez de hacerlo en Almería.

Aquí cada uno va a lo suyo. El prestigioso historiador Antonio Domínguez Ortiz, de cuyo nacimiento se cumple un siglo, sostenía que el referente más hondo para un andaluz no es su región, sino su ciudad, su pueblo, su patria chica. Y en su libro sobre Belmonte, Chaves Nogales pone en boca del torero una frase que retrata su manera de pensar antes de convertirse en novillero:

-Nos creíamos el ombligo del mundo. Ni había más aficionados a toros que nosotros, ni más tertulia que la del puesto de agua de San Jacinto, ni más barrio que el de Triana, ni más ciudad que la de Sevilla: mi ciudad, mi barrio, mi calle, mi tertulia y yo. Lo demás, para los ingleses. Recuerdo todavía la estupefacción que me produjo el hecho de que una mujer gallega fuese guapa. ¿Cómo podía ser guapa una gallega?

Algo de eso queda en el carácter de los andaluces de ahora: un familiar cercano me decía el otro día que él era bético antes que español. Ya ven que en un siglo no hemos avanzado mucho. La aparición en Almería de un partido localista con afán de entrar en el Parlamento andaluz suponía un riesgo para la cohesión regional. Este tipo de partidos, soñado por algunos en Málaga, podría jugar en el Parlamento el mismo papel que los nacionalistas vascos o catalanes en Las Cortes.

Javier Arenas al encabezar la lista del PP por Almería contribuyó a conjurar esa contingencia. No lo hizo por altruismo: El PAL era una escisión de su partido, la segunda después del GIAL, y amenazaba con arruinarle su principal caladero de votos. El escándalo de El Ejido es el principio del fin de este proyecto localista, pero surgirán otros. Y mientras más protagonismo tengan todos los territorios, menos peligro habrá de aventuras similares. Pero para eso necesitamos un sistema solar andaluz más armónico, sin soles ni plutones.

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