Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

El gas de la risa

El buen articulista de la caverna se esnifa 200 microgramos de nitroso antes de escribir de Carmena, qué mujer, qué mayor

Esperanza Aguirre sufre recluida en su casa. Aunque vive en el centro de Madrid necesita el coche para sacar sus euros en los cajeros de la Gran Vía, pero todos los coches que guarda en su domicilio terminan en número par, el suyo, el de su marido y el de un hijo de ambos. Encerrada, se queja. Medio Madrid se descojona, el que respira con el pulmón derecho. Las manueladas de Carmena dan para la risotada permanente, el modelo de sus reyes magos, sus vacaciones en Atlanterra, los politerroristas del guiñol. Cuando la derecha de la caverna emplea el humor y la sátira en vez del látigo es mucho más eficaz, no hay víctima recuperable. Ay, Carmena. A Gregorio Morán, que fue el primer ministro de Exteriores de Felipe González, lo frieron a chistes salidos de la Embajada de Estados Unidos; el tipo era bastante serio, un intelectual que escribió las 100 razones para salir de la OTAN, pero aquella ola -y aún no había ni redes sociales ni internet- lo convirtió en un cretino ante los españoles.

El óxido nitroso -no confundir con el dióxido de nitrógeno- es el gas de la risa, se utilizó como anestesiante en las consultas de los dentistas y de los paritorios, y los pacientes se partían aunque muriesen desangrados. Un buen articulista de la caverna se esnifa 200 microgramos de nitroso antes de escribir sobre Carmena, qué mujer, con lo mayor que está. ¿Y Rita? Qué bromas gastarán a Rita Maestre en la Cámara de Madrid. Es cierto que los de la Cibeles ponen de su parte, pero todo no es jijí jajá.

Una de las pocas cosas serias que han hecho bien es reconocer que el aire de Madrid es tóxico a veces, una política distinta a la de Ana Botella, que prefería guardar los análisis en el cajón de los fondos buitre. El óxido nítrico, que es otro, es un gas tóxico, jodido para personas con problemas respiratorios, de modo que Bruselas recomienda que su concentración en el aire no exceda de los 200 microgramos por metro cúbico más de 18 días al año. En Madrid, a partir de los 180 comienzan a tomar medidas para no alcanzar el nivel prohibido, pero la caverna, descojonada con el nitroso, sigue hablando de pares e impares, lo saben todo, viva el vino, los bolcheviques y su tarjeta de racionamiento de coches.

Nuestro presidente fue capaz de reírse en 2007 del cambio climático con el sólido argumento de su primo, y las carcajadas vibraban como la molécula de dióxido de carbono cuando le pegan los rayos infrarrojos. Ay, Carmena, como Morán, viva el vino. ¡Y las mujeres!

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