Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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El genoma del Rey es corriente

Reinando Zapatero, ante el fracaso de la asignatura Educación para la ciudadanía, los responsables de TVE deciden inculcar los valores socialdemócratas por medio de una serie de televisión, Amar en tiempos revueltos. En ella, los integrantes de las clases populares eran los buenos y los falangistas residuales y franquistas enrocados eran los malos. TVE sigue educándonos "en valores", ahora con la serie Servir y proteger, en la que la policía se sale de buena y de competente. Cada capítulo contiene un apólogo, tres sermoncicos cristianos y varias moralejas, para que seamos buenos. Ante los malos ejemplos de los partidos políticos, algún alma ética con poder ha decidido mantener encendida la llama de las virtudes públicas, ayudándose de melodramas, género lacrimógeno, pujante durante el siglo XIX. Hasta la Casa del Rey, astutamente, con motivo de su cumpleaños ha puesto en circulación un melo-vídeo que no persigue, como los folletines del XIX, hacernos creer que existe el bien y el mal y que el bien triunfa siempre. El vídeo no trata de convencernos de lo buena que es la familia real, sino de que es normal. Lógico: si el genoma de la gente es muy parecido al de la mosca del vinagre, ¿por qué no iba también a estar muy cercano del de las personas reales? Las niñas de los reyes no son princesas de cuento. Formalitas y educadas, comen lentejas y, si se las sirven calientes, les queman la lengua. Imágenes dedicadas a convencernos de que son como nosotros. Ya pasó cuando el Rey, entonces príncipe de Asturias, voló por primera vez en una academia militar. El ecuánime ABC, en titulares, celebraba: "El Príncipe voló sin privilegios". Normal, se puede volar sin privilegios, pero no, sin alas. De la misma manera que un melodrama puede despegar sin un cura libertino y prolífico, pero no, sin algunos niños, muñequitos preciosos, que le den sentido y sentimientos al relato. Las princesas son un encanto: limpias, perfectamente alisado el cabello, respetuosas, sin legañas ni piojos. Con estas niñas, el nivel de aceptación de la monarquía en el imaginario colectivo se habrá disparado. Han sido listos el Rey y su camarilla. Antes lo fue Carlos Marx que había publicado en Francia El Capital como folletín de un periódico, para que llegara a los obreros. He llorado con el vídeo, pero sigo siendo republicano. Aunque fuera la Reina menos cursi y el Rey menos pijo, yo seguiría pensando que heredar un cargo público, en una democracia, no es normal.

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