hoja de ruta

Ignacio Martínez

La guerra es la guerra

EN 35 años de democracia, en España no hemos logrado que algunas grandes cuestiones estén por encima de la batalla partidista; sea el terrorismo, la energía o la política exterior. No hay manera. Ni el Pacto Antiterrorista de 2000, ni la Ley de RTVE de 2006, hechos en buena avenencia entre PSOE y PP, han retirado estos temas de la pelea política. Cospedal dijo ayer en Los Desayunos que la imparcialidad de la información política en Televisión Española deja mucho que desear. Y para reforzar la solidez de su argumento explicó que en una televisión pública pagada con los impuestos de todos los ciudadanos, la información política tiene que ser de una imparcialidad meridiana. En esto estamos todos de acuerdo. Bueno, todos no: en Canal 9, la televisión valenciana, el caso Gürtel no ha existido.

Desde hace semanas, el PP utiliza la lucha contra el terrorismo como arma de presión contra el Gobierno. Lo culpa de la huida del etarra Troitiño y lo acusa por anticipado de la presentación de algún amigo de la banda en alguna lista el 22-M. En la estrategia electoral cabía esperar la aparición de temas como la inmigración. En vez de eso, la secretaria general del PP acusa de manipulación a uno de los garantes del juego limpio en la confrontación; la televisión pública.

Llueve sobre mojado. La web del PP colecciona desde hace semanas reproches a TVE sobre el caso Faisán, los eres en Andalucía y las actividades del hijo de Chaves. El órgano de representación de los periodistas de TVE, el Consejo de Informativos, consideró en un comunicado "inaceptable el grado de ira de las acusaciones con las que el Partido Popular pone en cuestión la credibilidad de nuestros informativos ante la opinión pública". Para curarse en salud, Cospedal dijo ayer que los periodistas de TVE son profesionales como la copa de un pino, pero que ella desconfía de la dirección política. El problema es que el comité de redacción no se queja de Fran Llorente, sino de los ataques del PP.

Hay una lamentable tendencia de las televisiones públicas en España hacia la propaganda gubernamental. Las más tendenciosas son las municipales, en las que la presencia de alcaldes es abrumadora. Las autonómicas han sido desde el comienzo buenos aparatos de propaganda para cualquier partido en el poder. También lo ha sido tradicionalmente TVE, con gobiernos de todo signo, pero en particular durante la dirección de Informativos de Alfredo Urdaci, en la segunda legislatura de Aznar, a quien condenó la Audiencia Nacional por manipulación informativa. Entre los mejores logros del actual Gobierno está haber colocado a RTVE en las mayores cotas de libertad e independencia de su historia. Algo que no se habría conseguido sin el consenso de los dos grandes partidos. Pero la contienda electoral es un tsunami que se lleva todo por delante. La guerra es la guerra. Lástima.

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