¿Qué hacemos sin agua?

La Junta intenta evitar la declaración de sequía en Málaga, que obligaría a restricciones y a invertir

Los meteorólogos pronostican que el mes de noviembre en Málaga no será tan lluvioso como la media de los últimos años y que, en todo caso, las precipitaciones serán insuficientes para despedir la larga etapa de sequía. La media suele ser de 100 litros por metro cuadrado y en 2016 fueron 163.

En estos momentos, sólo uno de los siete embalses de la provincia se encuentra a la mitad de su capacidad. Y se trata del pantano de la Concepción de Marbella, el más pequeño de todos y que se ve obligado por esa circunstancia a desembalsar regularmente agua en cuanto la pluviometría se normaliza. Son varias décadas con el proyecto encima de la mesa para recrecer esta presa. Ahí permanece, como siempre, dando tumbos porque la realidad es que la Administración autónoma, que asumió las competencias, como antes fue la central, no tiene la más mínima intención de afrontar un proyecto económico de la envergadura del que se propone. En estos periodos, la iniciativa asoma para tranquilizar las demandas periodísticas pero en cuanto pasa la crisis regresa al cajón. Un complemento más barato y factible, como es la construcción de una tubería de doble dirección que conecte los pantanos para trasvasar los excedentes, pues tampoco. Sí, también hay proyecto en marcha, en este caso liderado por la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol occidental.

Lo máximo que le hemos escuchado al Gobierno andaluz sobre este serio, cíclico y crónico problema ha sido la declaración de hace unos días del consejero de Medio Ambiente, José Fiscal. En el Parlamento aseguró que el estado de la Demarcación Hidrográfica de las Cuencas Mediterráneas "comienza a generar preocupación". Menos mal. Asistimos durante las últimas semanas a un regate técnico. El Ejecutivo que preside Susana Díaz se agarra a esos poco más de 200 hectómetros cúbicos que conservan los pantanos malagueños. Mientras el consumo humano esté garantizado al menos durante un año, no es necesario decretar oficialmente la sequía, al margen de que las restricciones nunca dan buena imagen a un gobierno. La orden obligaría de inmediato a reservar dinero para ejecutar inversiones con las que suplir esa carencia básica. Así que, como siempre, se agotará hasta más allá de lo aconsejable, a la espera de que de una vez por todas una de las gotas frías de este otoño o del próximo invierno acierten por una vez y todo vuelva a empezar.

El gran perjudicado es el campo. Los afectados cifran sus pérdidas en 43 millones de euros. Aunque en estos casos hay que extremar la prudencia. El dinero europeo es abundante en este sector. Pero si la conclusión después de la crisis económica es que el modelo económico de la provincia pasa por el turismo, la construcción y la agricultura , ¿qué hacemos entonces sin agua?

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