¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La hembra alfa y el macho omega

No es muy probable que Yolanda Díaz acepte el papel de hormiga que alimenta a la cigarra Iglesias

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias son mucho más que los dos pilares sobre los que se pretende sostener el nuevo Podemos. Probablemente sin quererlo, se han convertido en símbolos de ese movimiento tectónico que, en las próximas décadas, llevará a la mujer a la cúspide de la pirámide del poder político, económico y social. Iglesias representa a todos los hombres, aunque sea de forma caricaturesca. Ese afán permanente por seducir, la inconstancia, su indisimulado síndrome de Peter Pan, su look de adolescente contestatario… Todo es demasiado varonil y contrasta con la solidez de Díaz, una política que no ha llegado al Gobierno para teorizar sobre Juego de Tronos ni para encandilar a becarios, sino para transformar la sociedad según unos criterios en los que cree firmemente. Yolanda es la nueva hembra alfa y Pablo el declinante macho omega, la reedición líquida y posmodernísima de la pareja que habitó el Edén.

De Yolanda Díaz preocupa su filiación comunista. El PCE tuvo su minuto de demócrata durante la Transición, nadie lo duda, pero eso no significa que tengamos que olvidar la historia universal del socialismo real, un relato entre el gore y la comedia. Tampoco sus actuales simpatías por los nuevos y viejos caudillismos tropicales e izquierdistas. Yolanda Díaz aportará al nuevo Podemos solidez, hambre de gestión y pragmatismo -atributos todos muy Comité Central-, pero también cierta dureza de comisaria con correaje de la que carecía Pablo Iglesias. Nunca veremos a la ministra del Trabajo bromear con un político de Vox o tomar copas con algún halcón de la derecha española. Se toma demasiado en serio su misión de amazona roja. En algunas cosas se echará de menos el moño confuciano de Iglesias y su soniquete de niño empollón. Por lo menos lo haremos los hombres, siempre tan sentimentales, que ya sentimos como propia la suerte del Lenin de Galapagar.

Dicen que la intención de Pablo Iglesias es crear una estructura en Podemos parecida a la del PNV. Es decir, un liderazgo orgánico (él) y otro dedicado a las labores de gobierno (ella). Probablemente no funcionará, porque la formación morada no tiene ni la cultura de partido de los hijos de Sabino ni su disciplina ignaciana. Tampoco es muy probable que Yolanda Díaz acepte el papel de hormiga laboriosa que alimenta a la cigarra Iglesias mientras ésta se dedica a la alta politología. Más bien se nos viene a la mente esa imagen tan campestre del saltamontes triste y muerto devorado por una legión de himenópteros. El mundo es de ellas, Podemos también.

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