Diccionario de campaña

¡Y dos huevos duros! (sic transit gloria mindundi)

La ciudadanía está protegida por el escepticismo para ignorar esta sonrojante subasta de promesas electorales

Promesa.- Compromiso electoral de los candidatos para atraer el voto. Hay de todo. Un planetario. Una Expo internacional. 50.000 árboles en los parques forestales de la capital. 300 policías locales. Un Parque Fluvial en el Guadalmedina. Equis kilómetros de carril bici. Eliminar el impuesto de plusvalías. Tecnocasas en el entorno PTA. Un puerto deportivo en San Andrés. Un Museo del Mar. Metro norte por el Guadalmedina. Siete aparcamientos. Barrio de los Artistas. Red de Economatos. Alquileres para -35. Plan de Mercadillos. Minipabellones en 11 distritos. Ampliación del Palacio de Ferias y un Hotel. Gratuidad del autobús para empadronados. Billete único intermodal de bus, metro y cercanías. Bulevar en la Avenida de Valle Inclán. Soterrar el tren en el puerto. Ampliar la T4 como hub internacional. 22 escuelas infantiles (0-3 años). Museo de las Gestas en el Convento de la Trinidad. Uso ciudadano de los espigones. Casa de los Verdiales. Un Bosque en Repsol. Peatonalizar la Plaza Marina-Puerto soterrando el enlace de Muelle de Heredia y Paseo de los Curas. Es más, soterrar desde el Guadalmedina hasta La Malagueta... Y esto sólo la primera semana de campaña y sólo en Málaga capital.

Se trata de una competición de ingenio, sin más. Y ésta funciona con la lógica de la subasta: ¿no hay quién dé mas? Siempre hay quien dé más… ¡y dos huevos duros! En realidad, importa poco quién haya hecho cada una de esas promesas. Si se prueba a identificarlas –cuál corresponde a De la Torre, Dani Pérez, Cassá, Zorrilla, Galindo o Lara– no es fácil acertar con su autor, salvo quizá el Museo de las Gestas, que sólo puede ser de Vox, y la Expo, que es un sueño recurrente del alcalde, o un señuelo recurrente. Esta tómbola de ideas en ningún caso debe entenderse como un compromiso real. Algo se cumplirá, porque algo hay que hacer, pero no por el valor del compromiso. Si fuese por el valor del compromiso, habría menos descaro. Sólo es parte del espectáculo para ganar votos bajo una paradoja asombrosa: tratar de alcanzar más credibilidad con promesas falsas. Todo muy loco.

Escepticismo.- La ciudadanía está protegida por el escepticismo para ignorar esta sonrojante subasta de promesas electorales. Se tiende a pensar, eso sí, que todos mienten descaradamente, excepto el candidato al que tú votas. Sobre esta incredulidad parcial advertía Pascal: “Incrédulos, los más crédulos. Creemos en los milagros de Vespasiano para no creer en los de Moisés”. Pensar que el candidato al que tú votas dice la verdad y los demás mienten es exactamente eso. Todos mienten. Las promesas electorales se han convertido en un género de ficción… que solo compromete a quien se las crea, como decía Chirac. Por eso el alcalde promete ahora un planetario con la naturalidad con que hace cuatro años exclamaba ¡Málaga merece un acuario! ¿Qué fue del acuario? Todas estas promesas acabarán como los programas electorales, tras el 26M, en una trituradora de papel; o arrastradas en el escritorio del ordenador a la papelera de reciclaje. Para vergüenza de quien las creyese. Sic transit gloria… mindundi.

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