Un indulto galáctico

Lógicamente, para evitar el enfrentamiento fratricida, se buscan enemigos externos

Es bien sabido que cuando las noticias son adversas, es conveniente esconderlas tras una cortina de humo suficientemente espesa. Pero la derrota política en Madrid ha sido de tal calibre que es necesario contraponerla con algo tan variopinto como el indulto a los golpistas o la creación de la Agencia Espacial Española, y aún así no saben si será suficiente. El problema es que todos sospechan que esta situación de descontrol es magnífica para sacar tajada, y en ello también Marruecos sabe como hacerlo.

Cuando un gobierno se plantea enviar misiones espaciales debe medir sus posibilidades. Desde hace años, Europa supo entender que cada una de sus naciones, por separado, no tenía capacidad financiera ni científica suficiente y fue creada la Agencia Espacial Europea. En ella todos los países contribuimos económicamente y participamos tecnológicamente y, sobre todo, cada avance es orgullo de todos los europeos. Sólo de pensar en una agencia española dónde, por ejemplo, si el astronauta fuese catalán o vasco se diría que cada logro pertenecería a su Comunidad Autónoma de origen, no nos parece siquiera improbable. Menos mal que Pedro Duque es madrileño, y así a nadie se le ocurrió preguntar por sus orígenes, porque los de Cristóbal Colón y Cervantes ya están cerca de Gerona en alguna cabeza mal amueblada.

El tema de los indultos ha provocado una cascada de declaraciones sin precedentes. El problema es que esta vez no han necesitado hablar los principales partidos de la oposición. El PSOE se ha abierto en canal ante un tema donde el 72% de sus votantes se muestran en contra, lo cual significa que apenas la cuarta parte de sus seguidores apoyaría al presidente de Gobierno. Si bien es cierto que el resto de los socios parlamentarios, al oler la sangre dentro del partido socialista, han acelerado su apoyo a los indultos para recoger posibles votantes y debilitar aun más al Gobierno. Pero todos hemos entendido que el conflicto de Cataluña, que mantiene enfrentados a hermanos, familiares y amigos entre ellos y dividida en dos a la sociedad catalana, tienen que resolverlo previamente, porque no es un conflicto con el resto de España. Lógicamente, para evitar el enfrentamiento fratricida, se buscan enemigos externos, pero tengan claro que los demás españoles, ni somos sus enemigos, ni lo vamos a ser nunca, por muy pesados que se pongan en culparnos de sus propios pecados.

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