Los "inmortales"

La sincronización en toda España ha sido perfecta. Sólo el macrobrote de Mallorca dio la voz de alerta. Pero ya era tarde

80 euros entre cuatro por las consumiciones de una botella con bebida alcohólica. Es el precio. La música apropiada suena en todas partes. Dentro y fuera. Hay mesas en el exterior y algo similar a unos reservados dentro. Y también otras áreas en las que los asistentes conversan de pie, en grupos. Si bailan estos últimos es más difícil que les llamen la atención. A los que permanecen sentados en las mesas sí les advierte si se levantan y se dejan llevar por el ritmo. No es cuestión de que graben vídeos para que circulen por las redes y se arruine el negocio. Eso sí, los jóvenes pueden moverse por todo el recinto todo el tiempo sin mascarillas. Los vigilantes sólo les piden que se las pongan al salir a la calle, que hay que guardar las apariencias.

La cita se celebra casi todas las noches desde las 21:00 hasta las 2 de la madrugada. Y algunos acuden casi por obligación como si fuera una fiesta de precepto. El lugar ha adquirido tanta fama durante los últimos años que muchos estudiantes sueñan con celebrar allí su graduación o el final de sus estudios en el instituto. El lugar está lo suficientemente alejado de la ciudad como para que no se produzcan quejas. Quienes mejor se conocen el recorrido, casi a oscuras, hasta llegar allí son los taxistas y Uber. Algunos padres acuden las primeras veces a recoger a sus hijos, pero cuando las salidas se hacen crónicas levantan la bandera de rendición y delegan en los taxistas y en Uber. Es sólo un ejemplo de la realidad nocturna malagueña.

El alcalde de la capital lleva toda la semana desgañitándose en Twitter contra el aumento constante de los contagios a lo largo de la semana: 176, 182, 204 infectados por cien mil habitantes en 14 días. "No genera presión hospitalaria pero nos aleja de la recuperación del empleo", predica con su buenismo en el desierto. Aunque a un responsable político habría que cuestionarle si además de las admoniciones en las redes hace lo posible para controlar los posibles focos de contagio.

Pero la sincronización es perfecta. Las infecciones galopan a la vez y el segmento de menos de 30 años encabeza todas las estadísticas. El aviso fue el llamado macrobrote en Mallorca. Tarde. El curso había terminado en silencio pero la explosión llevaba tiempo en cocción en toda España. Incluida Cataluña. Una tras otra, las comunidades superan sus registros. El presidente de la Junta pide un día que no se "demonice" a los jóvenes ni al ocio nocturno. Pero al día siguiente les advierte que no son "inmortales". El consejero de Salud, a la vista del descontrol, defiende que nos olvidemos de contar contagios.

La rebelión continúa. Como para ellos no hay vacunas, aspiran a la inmunidad de rebaño con una copa en la mano.

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